Consciencia

Un alma exhausta pesa más que el cansancio físico

Calmar un alma exhausta es más difícil que dar reposo a un cuerpo cansado. La vida nunca ha sido fácil, pero parece que en la actualidad estamos tan sumergidos en el trabajo y el consumismo desenfrenado de allá fuera, que  nos hemos olvidado casi por completo de tomarnos un momento para serenarnos y escuchar nuestros ritmos internos.

La exagerada valoración de las apariencias, ha generado en nosotros una búsqueda frenética de encajar con estereotipos de perfección establecidos poco reales.

Debemos ser hermosos, felices, delgados, ricos, fuertes…todo eso genera una agotamiento emocional que puede abrumarnos e incluso puede llegar a ser más peligroso que el agotamiento físico.

Estar atentos al desgaste físico y emocional

En nuestra rutina diaria, realizamos un sin fin de actividades, bien sea para lograr nuestras metas o porque las circunstancias nos lo exigen. Estas actividades van consumiendo nuestras energías y nos van desgastando físicamente.

Trabajamos, estudiamos, hacemos ejercicios, limpiamos la casa, nos mantenemos en constante actividad para estar al día con este mundo competitivo que corre sin compasión. No podemos detenernos y la mayoría de las veces nos da vergüenza admitir que no lo logramos, que somos débiles.

Sin embargo, el desgaste físico no es el problema, ya que el cuerpo se recupera con algunas horas de sueño y una  alimentación saludable, el síntoma más peligroso y difícil de manejar es el desgaste emocional, el cansancio del alma.

La fatiga emocional afecta a muchas personas. Detenerse y analizar con calma la situación puede marcar la diferencia entre asumir la situación y reconocer el problema para resolverlo, o padecer trastornos de ansiedad, depresión y en algunos casos inclusive el suicidio.

Algunas señales de profundo agotamiento emocional  son por ejemplo los trastornos del sueño, nerviosismo, dolor de cabeza y muscular, palpitaciones, desmotivación o angustia.

El agotamiento mental y emocional se puede revertir y sanar enfrentando las causas que lo producen. Dejar que las emociones fluyan permite que se alivie el alma.

Sentir el ritmo del alma y escuchar los latidos del corazón

De vez en cuando debemos detenernos y prestar atención a nuestro cuerpo, a nuestra alma, a nosotros mismos. Aprender a escucharnos en silencio, ser conscientes de las señales que emite nuestro cuerpo a través de ciertos dolores y las señales que emite nuestra alma  a través de nuestras reacciones emocionales.

Tomarnos el tiempo necesario

Hacer algo que nos guste y que nos haga sentir bien con nosotros mismos, dedicarnos tiempo y tal vez algo de dinero en algún capricho, puede tener grandes beneficios.

Vivir el momento presente, un día a la vez.

Este forma de terapia es muy efectiva. Vivir un día a la vez nos ayuda  a evitar las angustias, las incertidumbres del futuro, incluso proponernos no recordar los eventos desagradables del pasado, solo por ese día.

Disfruta de concentrarte en el momento presente, si estás en casa, si estás trabajando, céntrate sólo en lo que te está sucediendo en este preciso momento y disfrutarlo.

Poner límites y olvidarse de la culpa.

Debemos ser menos exigentes con nosotros mismos y no permitir que otros nos hagan demandas excesivas. Saber poner y ponernos limites sin ningún sentimiento de culpa, es la clave para evitar recargarnos con más estrés. Aceptar o ponernos demandas poco razonables profundiza nuestro agotamiento emocional y disminuye nuestra autoestima.

Rodearnos de personas con nuestros mismos intereses

Hablar con otras personas de nuestros sentimientos siempre representa un drenar para nuestra alma y emociones recargadas. Es importante no aislarnos, no pensar que somos los únicos que pasamos por este trance, que no somos unos débiles o fracasados. Buscar la compañía de familiares y amigos que sean empáticos con lo que nos sucede, nos permitirá  ver las cosas desde otra perspectiva.

Meditación y ejercicios físicos en contacto con la naturaleza.

La meditación es una de las técnicas más poderosas para el contacto con nosotros mismos. Existen mucha formas de meditar, una de ellas en estos casos es solo sentir los latidos de nuestro corazón, concentrarnos en su ritmo tratando de no pensar en nada mas, sin juzgar, sin emitir opinión, solo escuchar y sentir el ritmo.

Otra forma de meditación es estar consciente sólo de nuestra respiración.

Inhalar y exhalar, naturalmente sin poner empeño en ello. Sentir como entra el aire y como sale.

Otra forma de descargar un alma exhausta es el contacto físico con la naturaleza. Hacer caminatas en el parque, contactar con los arboles y los animales. Incluso estudios comprueban que el caminar descalzos en la tierra produce un intercambio energético en nuestro cuerpo que ayuda a equilibrar los chakras.

Si practicamos estos consejos a diario, haciendo un espacio para nosotros mismos en nuestra rutina diaria, en poco tiempo nos daremos cuenta de que hemos liberado gran parte de las cargas acumuladas y nos sentiremos mucho mejor física y emocionalmente.

Lully

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