Cada quien tiene su ritmo, pero no es obligación de nadie ajustarse al ritmo de alguien más… El internalizar esto, muchas veces abre una puerta que solo conduce a soltar a esa persona a quien no podemos o queremos seguir esperando.
Esto no es una invitación a que con la mayor ligereza cortemos con todo aquello que nos mantiene unidos a alguien especial porque sintamos que no anda a la velocidad que queremos o sobre la misma ola que nosotros. Porque una de las principales cosas que debemos hacer es cuidar y proteger nuestras relaciones, hacer lo posible por mantener cerca a quien amamos y tratar de encontrar puntos de convergencia en caminos independientes con posibilidades de entrelazarse.
El soltar no es lo primero que se nos debe ocurrir cuando algo no se adaptar a lo que queremos, pero sí debe ser un recurso utilizable cuando ya hemos intentado mucho otras cosas más.
Cuando alguien no está listo para seguir en nuestra vida como nos gustaría, no debemos presionarlo y menos obligarlo, porque los resultados serán nefastos. Lo mejor que podemos hacer es entender que cada quien va haciendo lo mejor que puede con sus herramientas y recursos y que cada uno va trazando su camino como cree, dentro de su perspectiva, que es lo mejor para sí, al igual que nosotros lo hacemos.
Pero así como no podemos obligar a alguien, presionarle o conectarle un acelerador para que se adapte a lo que queremos, tampoco debemos quedarnos allí, conformándonos con algo que no nos hace felices. No estaremos sumando nada, estaremos allí frustrados, responsabilizando al otro por lo que sentimos y por no poder llegar a donde queremos.
Nuestros planes pueden sonar maravillosos para nosotros, pero si estos incluyen a otra persona, esa persona debe estar gustosa de ejecutarlos, si no, es muy probable que no funcione… Solo por el hecho de sentirse que está siguiendo un camino que no trazó.
Sin embargo, cuando aprendemos a soltar, cosas maravillosas pueden pasar. La primera, evidentemente una de las más beneficiosas, aprendemos a avanzar por nosotros e ir tras lo que queremos, restándole a cualquier otro el poder de situarnos en alguna posición. Pero pasa algo también interesante, esos cambios que generamos en nosotros, producen en la otra persona, aquella a la que decidimos no esperar más, cambios y quizás (no es garantía, pero pasa con frecuencia), a esa persona le llegue lo que necesita para avanzar a nuestro lado.
Esto último no debe ser visto como un arma de manipulación, es una posible consecuencia que se da cuando soltamos a quien no está listo… Es como haber tenido una pantalla en frente de esa persona, tratando de explicar de muchas formas lo entretenido del camino y que solo cuando retiramos nuestros equipos esa persona es capaz de ver por sí misma a dónde se dirigirían sus pasos y decide por sí misma, avanzar en la dirección y velocidad que sugeríamos.
Independientemente de lo que ocurra con ese alguien más que sentimos que no está listo para una siguiente etapa que nosotros queremos vivir, lo importante es que nosotros aprendamos a soltar, a cerrar ciclos, a ponernos como prioridad en cuanto a los pasos que queremos dar.
No te quedes esperando por nadie, ninguna otra persona puede aprender por ti, ni sentir por ti, ni crecer por ti, ni descubrir por ti… Eres el responsable de aprovechar de la mejor manera esta oportunidad. Te aseguro que al final del camino solo te lamentarás por los pasos que dejaste de dar… No permitas que el no dar esos pasos esté vinculado a haberte quedado esperando a alguien que quizás nunca estuvo listo para lo que tú querías vivir.
“Si nadie te quiere acompañar, vete solo…encontrarás gente en el camino.”
Por: Sara Espejo – Reencontrate.guru
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