Hoy no sé a quién responsabilizar de este tiempo invertido a tu lado. Hoy trato de no cuestionarme y lastimarme más aún. Pero me he propuesto terminar con esto ahora y hacer hoy lo que me haga sentir mejor. Irónicamente necesito esa especie de tortura de mirar atrás y hacer la sumatoria de todo lo que ha ocurrido y de todas las veces que me decepcionaste.
Miro con incredulidad todas las oportunidades que te di, pasando por lo mismo repetidas y reiteradas veces. En medio de la desesperanza y las promesas de cambio, fue transcurriendo el tiempo y la rutina se volvía cada vez más tóxica.
No me daba tiempo de sanar una herida, cuando ya tenía otra abierta, no tenía tiempo de recuperarme y mientras más lastimada estaba, más miedo tenía de marcharme. No tenía claro a qué le temía, pero mis pasos eran cada vez más pesados por las dudas, de alguna manera me estaba convenciendo de que merecía esa pesadilla.
Me culpaba por no haberme ido al principio, por no haber establecido límites firmes desde un inicio, sentía que ya era tarde y sabía que las cosas no iban a cambiar, pero algo muy vago en mí, me invitaba a creer una vez más…
Siempre estuve esperando un cambio de tu parte, pensaba que el amor que te ofrecía y que decías tener por mí, fuesen suficientes para motivarte, para valorarme, para cuidarme y querer mantenerme a tu lado. Esos cambios jamás llegaron, no en ti. Pero al menos yo ya no soy la misma persona. Entendí que los demás no están en la obligación de respetarte o valorarte, pero tú sí que tienes que amarte, que entender tu valor, de cuidarte. Si tú no lo haces, atraerás a tu vida las personas que te traten como tú lo haces.
Justo cuando entendí este principio básico, fue que pude desprenderme de todo aquello que me dolía, y entendí que los cambios que esperaba, no debían venir de ti, sino de mí.
Muchas veces no sabemos amarnos a nosotros mismos y esto nos trae una serie de malas decisiones y de malas compañías. Nos sumergimos en los mares equivocados a buscar cosas que no encontraremos allí, cuando lo único que debemos hacer es ajustar nuestro propio océano.
Cada vez que dejamos pasar algo que nos lastima, estamos alargando nuestros límites y lamentablemente la mayoría recibe ese mensaje como: me han dado carta abierta para volverlo a hacer.
Con lo anterior no queremos decir que el perdonar sea algo inconveniente para nosotros, no, por el contrario, es necesario y sanador. Pero el perdonar no necesariamente implica quedarnos en el sitio en donde estamos resultando lastimados. Podemos aligerarnos de toda carga, de rencores, de reclamos, de rabia, de tristeza y dejarla allí y continuar un camino más prometedor, donde no tengamos que agotar nuestra capacidad de perdonar.
Todos podemos equivocarnos y quizás la mayoría merece una segunda oportunidad. Pero si las cosas toman una tendencia repetitiva, significa que la oportunidad no fue valorada y te puedes encontrar ante una condición de abuso. En donde tus mejores intenciones son burladas y la continuidad está tácita.
Puedes amar a alguien, pero el querer estar con esa persona, no puede justificar el quedarte en un sitio en donde te sientes en continuo malestar. Podemos pensar: pero si hacer tal cosa es tan sencillo, ¿cómo es que esta persona que dice amarme no es capaz? Y bueno, ese “tan sencillo”, es bastante relativo. No podemos esperar que el otro actúe como nosotros lo haríamos, hay quienes están acostumbrados a lastimar y pareciese que es su forma de relacionarse.
Está bien, estás en una situación en donde te has podido sentir como el foco de las burlas de quien amas. Pero ¿por qué estás en esa situación? Nada es casual y debemos recordar que la persona con quien nos relacionamos amorosamente, corresponde a lo que está en sintonía con nosotros y nos permite ver aspectos de nosotros, que de otra forma no podríamos.
Puede ser que hayas sufrido, que te sientas mal, pero no te pongas el traje de víctima. Encuentra la manera de reinventarte para ti y para tus próximas relaciones y acaba con la idea de que vendrá alguien más a darte aquello que tú no te has podido dar. No tengas miedo de mirarte a la cara y reconocer tus miedos, de ver qué puedes mejorar, porque justo allí radica la ganancia de la experiencia.
Todo lo que te hace quebrar, llega a tu vida con intenciones de que te reinventes, agregando justo lo que necesitas para vivir experiencias diferentes. Sigue adelante y confía en ti y en el proceso de la vida.
Imágenes cortesía de: Nicoletta Ceccoli
Por: Sara Espejo – Reencontrate.guru
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