Si eres como yo, una persona emocionalmente sensible o “empática”, que siente que necesita un corazón de repuesto, seguramente tiendes a tener un caos de sentimientos al empatizar con los problemas y emociones de los que te rodean. Tu tendencia es la de absorber las emociones de los que te rodean y cargar con ellas, sin darte cuenta del daño que te haces a ti mismo.
Te voy a explicar el porqué no es necesario absorber la carga de otros para ser solidario o empático. Al conectarte con el problema de otra persona, bien sea tu hijo, la pareja, familiares o amigos, seguramente sufres con ellos y te sientes fácilmente abrumado por tus sentidos. Esto te lleva a la larga a bloquear tu naturaleza emocional empática y parecer insensible ante los demás.
Esta actitud nos lleva a pensar (y el mundo lo ve así) que hay algo malo en nosotros, y cuando creemos que hay algo intrínsecamente malo en nosotros, tendemos a esconder estos rasgos en nuestra “sombra” o mente inconsciente.
“A veces pienso que necesito un corazón de repuesto para sentir todo lo que siento.” ~Sanober Khan
Bueno, ahora no sólo hemos escondido nuestra naturaleza, sino posiblemente la profundidad empática que conlleva ser una persona sensible también. Puede haber una parte de nosotros que sepa que somos esponjas emocionales, sin embargo, podemos optar por ignorar nuestra naturaleza sin realmente aprender a manejar nuestra empatía de tal manera que logremos prevenir “el malestar” y fomentar el bienestar tanto para nosotros como para nuestros seres queridos.
Las personas altamente sensibles suelen sentirse agobiados, agotados, y más en ciertas situaciones con ciertas personas, tanto, que el dolor emocional de otras personas tiende a aparecer en tu cuerpo físico.
Seguramente sientes que tu garganta se está cerrando ante tal o cual conflicto de tu amiga, y a medida que tu pecho se contrae, el dolor de espalda crónico se irá intensificando.
Sentir el dolor emocional de mi familia, amigos, compañeros de trabajo y extraños, no es un simple “Oh, me siento mal por él“… Es sentir realmente el dolor y la desesperación de tu hija adolescente, cuando ha tenido un amor fallido. Es experimentar en tí la angustia profunda de esa pariente que se está divorciando y que siente que nadie le cree su verdad.
Es difícil encontrar el lenguaje correcto para expresar todo ésto, porque el profundo dolor y la pesada carga es un sentimiento, no una palabra.
Lo resaltante aquí, es que no importa lo doloroso que sea sentir el peso del mundo en mi cuerpo, no cambiaría mi profundidad y capacidad de sentir por nada.
Necesitamos almas más amables y compasivas si queremos sanar al mundo. Las personas sensibles tienen una capacidad natural para mostrar amabilidad debido a nuestra profunda empatía.
La empatía que viene con la alta sensibilidad es un verdadero regalo si sabemos cómo usarla
La empatía profunda nos da una fuerza especial para relacionarnos y conectarnos con los demás. Cuando nos preocupamos genuinamente, somos más propensos a ser capaces de entender a otra persona de una manera que no todas las personas pueden. Nuestra sinceridad puede ayudarnos a desarrollar relaciones significativas y satisfactorias.
Las relaciones nos ofrecen la oportunidad no sólo de desarrollar un profundo sentido de conexión con otro ser humano, sino también de aprender sobre nosotros mismos… ambos son parte integral de la experiencia humana, y como personas sensibles, no sólo sentimos la intensidad del dolor, sino también la intensidad de la alegría.
Sin embargo, regular nuestra empatía es la clave para evitar que la avalancha de emociones sobrecargue nuestra capacidad de hacer frente y cuidar nuestro bienestar.
Si queremos dejar de absorber el bagaje emocional de los demás, todo comienza con el cuidado de nuestras necesidades físicas, sociales, mentales, emocionales y espirituales. Sé que parece que todo el mundo está insistiendo en la idea del autocuidado, pero hay una razón para ello.
Cuando nuestro propio sistema inmunológico o energía se agota, nos convertimos en una esponja perfecta para absorber las emociones ajenas, así que debemos cuidarnos a nosotros mismos para evitarlo. Por ello te traigo una lista de consejos prácticos para tomar en cuenta a la hora de sentirte vulnerable.
Definir lo que sientes ayuda sobremanera a entrar en modo pausa, analizar y tomar la decisión de distanciarnos un poco de la experiencia emocional por un tiempo determinado.
La mayoría de las veces suele ser complicado discernir la diferencia. Sin embargo, analizar si lo que puedes estar sintiendo se debe a “los asuntos” de otra persona en particular, es fácil. Imagina a esa persona completamente feliz y envuelta en un halo de luz. Luego analízate de nuevo y chequea si sigues sintiendo lo mismo.
Se trata de tener “compasión” hacia ti mismo como una forma de enfocarte apropiadamente en lo que puedes hacer para ser un apoyo en lugar de permitirte ser dominado por las emociones.
El ejercicio de la respiración consciente es una excelente herramienta para soltar, dejar ir las emociones negativas que no nos favorecen, y agrandar los espacios que te permiten sentir bienestar.
No es tu responsabilidad llevar la angustia emocional de otras personas, y en realidad no ayuda absolutamente a nadie. Intenta decirte a ti mismo: “Estoy dejando que este malestar emocional que no es mío, se vaya ahora mismo”. Es importante estar siempre consciente de que las otras personas tienen que pasar por sus propios procesos dolorosos para poder crecer y evolucionar.
Visualizarte dentro de una burbuja de energía positiva, color dorada, hará que evites que se te acerque cualquier residuo emocional ajeno que pueda estar tratando de afectarte.
En la aplicación de todos los pasos anteriores está la manera de construir una conciencia adecuada para entender cuánto te estás permitiendo ser absorbido, y tomar cartas en el asunto por tu propio bien.
Como persona sensible, la empatía es un regalo que el mundo aprecia. Depende de ti canalizar tu propia empatía para desviarla hacia una mayor compasión a ti mismo, permaneciendo fuerte y sano. Así no necesitarás un corazón de repuesto!
Por: Loubna Hatem∼
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