Uno de los errores que solemos cometer es estar con alguien y no aceptarlo tal y como es. Y esto genera muchos conflictos y no significa que debemos estar con alguien que nos desconecta del bienestar, ni que no nos trata como sentimos merecer, ni mucho menos. Solo significa que la gente es como es y pretender cambiarla desde afuera solo nos generará frustración.
Si no podemos estar con alguien tal y como es y estamos pretendiendo cambiarlo permanentemente, solo estaremos perdiendo nuestro tiempo y nuestras energías. Incluso cuando esa persona acepta que para estar con nosotros debe modificar algo de sí, puede tener las intenciones, por ella misma, por complacernos o no querer perdernos. Pero si el cambio no se origina en su interior, cualquier variación en los aspectos críticos corresponderán a una fachada que no se podrá sostener en el tiempo.
Ciertamente todos tenemos la posibilidad de cambiar, pero esos cambios no pueden ser inyectados, rogados o presionados por otros. Los cambios surgen de un nivel de consciencia superior al que racionalizamos. Incluso a veces son necesarios importantes sacudones para que en nuestro interior se comience a desarrollar un cambio real.
Pero lo bueno es que el quedarnos a esperar que alguien cambie es solo una decisión y podemos tomar otra. A veces no nos marchamos porque nuestro testarudo ego nos dice que somos merecedores de que esa persona cambie de acuerdo a nuestras demandas, para que se adapte a lo que queremos, para que contribuya con nuestra felicidad y ante nuestros ojos críticos sea aceptado.
Y allí se nos puede ir la vida, ideando planes, haciendo planteamientos y argumentando razones, mientras el otro lo intenta, o a veces no, y al final normalmente sigue siendo el mismo…. Y sin poder aceptar al otro como es y amarlo siendo así, le hacemos la vida imposible y nos la hacemos nosotros.
Hay millones de personas allí afuera, solo hay que tener un poco de apertura y estar en sintonía con aquello que nos gustaría en el otro. Si nosotros estamos muy distantes a aquello que buscamos o apreciaríamos en el otro, pues es difícil que logremos atraerlo a nuestras vidas. Porque a fin de cuentas cada persona con la que nos relacionamos, no es más que una oportunidad de mirarnos a nosotros mismos, de proyectarnos y de ver lo que más admiramos y más rechazamos de nosotros.
Aquello que más nos disgusta en el otro nos invita a tomar un espejo y mirarnos, preguntándonos ¿Qué tanto de esto tengo yo? ¿Cuándo he sido yo de esta manera conmigo o con los demás? ¿Quién más ha tenido esta característica de las personas que han interactuado conmigo?
A veces no es necesario que el otro cambie, o que nos encontremos a alguien a la medida de nuestros requerimientos, a veces todo se soluciona cuando en nosotros mismos arreglamos aquello que vemos mal en los demás. Cuando logramos hacer eso, pasan cosas mágicas, la persona cambia, nos deja de molestar eso que antes hacía o simplemente se retira sin retorno… Se nos presentan otras situaciones, en los mismos o en diferentes rostros, que de seguro nos están mostrando algo más que ajustar dentro de nosotros mismos.
Así que lo más inteligente es dejar de luchar con aquello que te molesta en el otro y procurar mirar en ti lo que está asociado a ello. Porque incluso cuando hay muchas personas diferentes afuera, solo llegarán a ti sin aquello que quieres cambiar, cuando en ti lo hayas aceptado o modificado.
Por: Sara Espejo – Reencontrte.gurú
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