No importa a cual ámbito nos estemos dirigiendo, a veces tenemos una idea fija en cuanto a lo que deberían ser o hacer los demás, por ellos y en especial por nosotros. Ciertamente sería todo un sueño que quienes nos rodean pudiesen satisfacer nuestras expectativas, pero esos sueños que no distingues bien si te gustó o resultó una pesadilla.
Resulta que cada quien tiene una manera de ser y tiene unas prioridades establecidas en su mente y actúa en función de ello y de todos los programas que ha almacenado a lo largo de su existencia. Y cuando alguien viene a cambiar a otro, sin que ese otro haya tenido tal intención, ese esfuerzo no tendrá resultados satisfactorios.
Hemos hablado mil veces sobre esto, lo hemos escuchado decir o quizás lo hemos leído anteriormente, los cambios debe generarlos cada quien. Así que no es muy conveniente desgastarnos en solicitudes y conversaciones incómodas que no nos van a llevar a ninguna parte.
Está bien que hagamos un planteamiento en un momento dado, expresando nuestros límites, cómo nos sentimos, qué esperamos, etc. Pero si alguien con quien estamos involucrados no toma acciones al respecto, somos nosotros los que debemos decidir entre la opción de que nuestro sentir no está siendo considerado y aun así permanecer, pero a consciencia y con la mayor paz posible o retirarnos… Éstas serán las opciones más sanas, cualquier otra cosa nos generará un desgaste energético importante y nos colocará en la situación de seguir atrayendo situaciones y personas que nos hacen sentir de una manera particular.
A veces queremos tanto a alguien que nos resistimos a apartarnos aun cuando esa persona nos está lastimando con su comportamiento. Procuramos hacerle entender, le invitamos a ser empático, le mostramos con ejemplos lo que se puede sentir, afirmamos que no está bien lo que hace, desde un punto de sentido común y aun así el otro sigue haciendo lo mismo, casi acostumbrado a nuestra respuesta… Luego, ¿para qué insistir? Cuando se nos hace evidente que no se verán cambios.
A fin de cuentas muchas veces solo nos interesa que esa persona se ajuste a lo que queremos, si su conducta nos afecta, por lo que buscamos es mejorar nuestra propia vida, lo cual es muy válido. Pero es realmente mucho más inteligente entender dos cosas:
Todas las personas que se acercan a mi vida las he atraído yo, así que debo ver qué me está mostrando esa persona que no se ajusta a lo que quiero, para hacer las correcciones que tengan lugar en mí. Desde allí es desde donde comenzaré a generar cambios importantes en quienes me rodean, porque nada de lo que está presente en mi vida, vibra a una frecuencia distinta a la mía.
El intentar controlar al otro, solo me hace perder el control, paradójicamente, mientras más intento controlar, más pierdo el control, mas decisiones equivocadas tomo, más frustración siento, más atención le pongo a lo que me molesta y desde allí solo atraigo a mi vida más situaciones que me hagan sentir que no tengo el control.
Soltar es la clave, soltar el control, soltar a los demás, soltar las expectativas, soltar la idea de que somos dueños de la verdad y soltar la manera en que vemos la vida. Somos seres con infinitas posibilidades a cada instante, si entendiéramos eso no perderíamos tanto tiempo luchando contra corriente y retando a los demás para que se ajusten a lo que queremos. Se nos haría más sencillo agradecer las experiencias y fluir con la vida, que si la dejamos siempre tiene cosas nuevas y maravillosas que mostrarnos, pero para ello debemos soltar y confiar…
Por: Sara Espejo – Reencontrate.gurú
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