La historial del árbol de manzanas es quizás hasta ahora una de las reflexiones más hermosas que he podido leer.
Esta te enseña cómo en ocasiones, suele ser nuestro tránsito a lo largo de esta vida. Sin embargo, lo que más me gustó de ella y captó mi atención, es esa lección especial que deja al final.
Por eso, el día de hoy he decidido compartirla contigo, sin darte tantos detalles previos. Más bien, quiero que tú mismo la leas, la analices y, cuando hayas terminado, saques tus conclusiones al respecto y medites su mensaje.
Así que, sin más preámbulo, te presento este corto relato:
Una conmovedora historia que te hará reflexionar:
Hace mucho tiempo existía un enorme árbol de manzanas. Un pequeño niño lo amaba mucho. De hecho, todos los días jugaba alrededor de él. Trepaba al árbol hasta el tope, y este le daba sombra. Él amaba al árbol y el árbol amaba al niño.
Pasado cierto tiempo, el pequeño niño creció y nunca más volvió a jugar alrededor de aquel enorme árbol. Sin embargo, un día, el muchacho regresó al árbol y escuchó que el árbol le dijo triste:
— ¿Vienes a jugar conmigo?
Pero el muchacho contestó:
— Ya no soy el niño de antes, que jugaba alrededor de enormes árboles. Lo que ahora quiero son juguetes, y necesito dinero para comprarlos.
— Lo siento —dijo el árbol—. Pero yo no tengo dinero. Sin embargo, te sugiero que tomes todas mis manzanas y las vendas, de esta manera tú obtendrás el dinero que necesitas para tus juguetes.
Aquel muchacho se sintió muy feliz, así que, tomó todas las manzanas y obtuvo el dinero.
El árbol volvió a ser feliz, pero aquel muchacho nunca volvió después de obtener el dinero. Por ende, el árbol volvió a ponerse triste.
Tiempo después, el muchacho regresó. El árbol se puso nuevamente feliz y le preguntó:
— ¿Vienes a jugar conmigo?
— No, no tengo tiempo para jugar —respondió el muchacho—, debo trabajar para mi familia… Tú sabes, necesito una casa para compartir con mi esposa y mis hijos, ¿podrías ayudarme árbol?
— Lo siento —respondió el árbol—, pero no tengo una casa. Sin embargo, puedes cortar mis ramas y construir tu casa.
Aquel joven cortó todas las ramas del árbol y esto hizo nuevamente feliz al árbol. Pero, el joven nunca más volvió desde aquella vez y el árbol volvió a estar triste y solitario.
Cierto día de un cálido verano, el hombre regresó y el árbol estaba encantado.
— ¿Vienes a jugar conmigo amigo? —preguntó el árbol.
El hombre contestó:
— ¿Sabes árbol?, estoy triste, pues estoy volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y descansar, ¿podrías darme uno?
El árbol contesto:
— Usa mi tronco para que puedas construir uno y así puedas navegar y ser feliz.
El hombre cortó aquel árbol. Cortó su tronco y construyó su bote. Luego se fue a navegar por un largo tiempo.
Finalmente, regresó después de muchos años y lo que quedaba de aquel árbol le dijo:
— Lo siento mucho, pero ya no tengo nada que darte, ni siquiera manzanas.
El hombre replicó:
—No tengo dientes para morder, ni fuerzas para escalar. Por ahora, ya estoy viejo.
Entonces el árbol con lágrimas en sus ojos le dijo:
— Realmente no puedo darte nada… La única cosa que me queda son mis raíces muertas.
El hombre contestó:
— Yo no necesito mucho ahora árbol. Solo un lugar para descansar. Estoy tan cansado después de tantos años.
— Bueno —dijo el árbol—, las viejas raíces de un árbol son el mejor lugar para recostarse y descansar. Ven, siéntate conmigo y descansa.
Aquel hombre se sentó junto al árbol. Y este feliz y contento, sonrió con lágrimas.
Como habrás podido leer, esta puede ser la historia de cualquiera de nosotros.
El árbol de manzanas representa a nuestros padres. De hecho, cuando somos niños, anhelamos pasar tiempo junto con papá y mamá, pero cuando crecemos, a veces nos alejamos de ellos, y solo regresamos cuando los necesitamos o tenemos problemas. Sin embargo, ellos siempre van a estar allí pase lo que pase, para darnos todo lo que puedan, y sobre todo, para vernos felices.
Probablemente, pensarás que el muchacho es cruel con el árbol. Pero en ocasiones, muchos de nosotros tratamos a nuestros padres de la misma manera. Pero ojo, no estoy queriendo decir que tú no valoras a tus padres, mucho menos pretendo juzgarte.
Simplemente, este mensaje busca que valores más tus padres, sobre todo si los tienes a tu lado. Ahora bien, si ya no están contigo, entonces permite que la llama de su amor viva por siempre en tu corazón, incluso si llegas a cierta edad, donde ya te sientes cansado.
Y bueno, hasta aquí esta corta reflexión. Aprovecho de recordarte que aquí en este espacio podrás encontrar talleres y cursos que te ayudarán enormemente en tu crecimiento personal y espiritual, así que, ¿qué esperas? Suscríbete a ellos y obtén lo mejor para tu vida.
Saluditos.
Por: Adrian Alberto ∼ reencontrate.guru
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