La felicidad definitivamente no tiene una receta determinada, lo que funciona para algunos, otros no lo consiguen efectivo. De hecho resulta ser algo bastante relativo, que va a depender de la visión y percepción de cada quien, más allá de las condiciones o circunstancias.
Sin embargo, hay elementos comunes en quienes manifiestan alcanzar o conectarse con la felicidad, con mayor facilidad y frecuencia que el resto. En esta oportunidad queremos hablar de la memoria selectiva, como uno de esos elementos que consideramos debemos procurar presentes en nuestras vidas.
La memoria selectiva la vamos a asociar a recordar de manera inteligente. Esto no es otra cosa que filtrar estratégicamente todo aquello que viene del pasado y es capaz de generar algún efecto en nosotros.
Así como hay recuerdos que nos llenan de alegría, de satisfacción, que nos empoderan y nos hacen sentir incluso que somos capaces de comernos el mundo, también hay recuerdos que nos llevan a menos, que nos cargan de culpas, de dolor, de rabia… E irónicamente aquello que nos marca de manera negativa es lo que con mayor facilidad parece venir a nuestra mente, con tanto detalle que es como si lo estuviésemos viviendo nuevamente.
Eso ocurre porque hay cosas que recordamos frecuentemente, las revivimos una y otra vez y no las dejamos ir y se encuentran totalmente disponibles cada vez que queremos hacer uso de ellas y ahondar un poco en el malestar.
Incluso nuestra mente puede jugarnos tan en contra, que hasta puede convertir algo positivo de nuestro pasado en un recuero triste, angustiante, frustrante.
En fin, podemos hacer de cualquier recuerdo de nuestro pasado, tanto de algo positivo como de algo que no disfrutamos haber vivido, algo que nos perjudique el estado presente.
Si nos vamos a desconectar de lo único real y sobre lo único que tenemos realmente control y poder (nuestro presente), tenemos que hacerlo de forma favorable e inteligente, recordando aquello que nos hace sentir emociones con las que nos sentimos a gusto y procesando toda la información de la misma manera. Evitando las culpas, los miedos, los arrepentimientos.
Podemos decidir qué pensar y cómo hacerlo, seamos benévolos, seamos justos y procuremos ¡ser felices! Si algo nos está descontrolando, si nos está llevando a menos, estemos atentos y alejémonos de esa fuente de malestar… Eso puede ser una persona, un sitio, un pensamiento, un recuerdo… Cualquier cosa que nos aleje de la felicidad debe ser detectada y alejada…
Normalmente todo se reduce a la tendencia de nuestra mente para ver las cosas de una u otra manera, ella puede ser nuestro peor enemigo, pero también nuestro más poderoso aliado. Entrenarla es un proceso que requiere paciencia y constancia y mucha constancia. Cuando se alcanza ese nivel en el que tenemos un gentil cuidador y creador de nuestra parte, nos damos cuenta de que toda la disciplina ha valido el esfuerzo.
Observa tus pensamientos, detecta tus emociones, sustituye creencias, ten a mano información que te haga sentir bien cada que vez que coloques ese disco. Descarta o guarda para ocasiones puntuales esa música triste y deprimente que a veces nos encanta reproducir y lamentarnos en ella… Pon tu disco que te suba la vibra, que te energice, que te hable de lo bonito del amor, de lo buenas que son las personas, del hermoso planeta que disfrutas… Sé selectivo con lo que reproduces en tu mente, porque solo tú decides si te conectas con el malestar o con tu bienestar, con tu felicidad.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.gurú
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