La distancia no separa tanto como las acciones

La distancia no separa tanto como las acciones
Comparte

Podemos estar a miles de kilómetros de distancia de alguien a quien amamos y encontrar las maneras idóneas y prácticas de sentir cerca a esa persona y decir presente en su vida. Sin embargo, muchas veces vemos como son las acciones las que terminan por separarnos de las personas que en algún momento preferimos tener a nuestro lado.

Las acciones hablan mejor que las palabras

Podemos decir mil cosas, hacer muchas promesas, incluso tener las mejores intenciones, pero si esas palabras, si esas intenciones, no van acompañadas de las mejores acciones, la congruencia deja de existir y el peso se lo llevarán las acciones. Adoptando el poder de determinar la viabilidad o no de una relación.

No podemos subestimar lo que decimos, pero debemos intentar no mencionar ninguna palabra que nos cueste sostener. Se ha perdido la costumbre de creer en la palabra, cuando ella en sí misma ofrece un compromiso. Pero sin duda resulta interesante comenzar por un verbo conectado con lo que sentimos y tenemos intenciones de canalizar.

La distancia es un factor manejable

Podemos llegar a acuerdos que funcionen a pesar de las distancias. Hoy en día contamos con múltiples herramientas para conectarnos, para estar en comunicación. Evidentemente hay limitaciones. Esa caricia, ese poder sentir la respiración del otro a corta distancia, un abrazo de esos que nos reponen las fuerzas y conectan corazones… todo ello se limita con kilómetros de por medio.

Sin embargo, querer es poder y cuando existe un norte claro en la relación y se entiende la transitoriedad de una distancia, es posible fomentar el amor, cultivar lo que sentimos por diversas vías e incluso programar los encuentros que solventarán en algo la distancia predominante.

Cada pareja es libre de tener la relación que quiera, incluso una en la cual la distancia no pretende acortarse. Sin embargo, quienes no tienen la proyección de conectarse físicamente en un futuro, tendrán que adaptarse a la realidad de una relación que tiene muchas más posibilidades de disolverse. Normalmente estas relaciones cuando perduran, lo hacen a las sombras de otra relación llevada en paralelo.

¿Suma o resta?

Más allá de colocar etiquetas y establecer juicios acerca de si algo está bien o está mal, la mayoría de nosotros puede distinguir entre lo que suma y lo que resta en una relación. A veces hacemos cosas sin pensar en las consecuencias y terminamos por dañar a la otra persona o a la relación. Solo porque no fuimos capaces de preguntarnos si lo que estábamos haciendo fortalecía o debilitaba el vínculo que mantenemos con quien queremos o amamos.

Todos cometemos errores, pero no podemos jugar a repetirlos. Tampoco debemos subestimar la paciencia, la empatía, la tolerancia del otro y jugar a que nos perdonen. Sé que no estoy haciendo lo más conveniente para la relación, pero apuesto por el amor que sienten por mí y confío en el perdón, mientras yo vivo algo que no me quiero perder.

Esa actitud es egoísta, es inmadura. Se supondría que el amor no es restrictivo, que debemos amar en libertad, que debemos ser libres a cada instante de escoger. Pero si lo que escogemos, está dañando a la otra persona y sentimos que solo nos beneficia a nosotros, debemos estar claros que nuestras acciones y nuestras decisiones están separándonos de esa persona que por alguna razón está entretejiendo su camino el nuestro o al menos eso intenta.

Sincerarnos será siempre la mejor vía

El amor puede acabar, la paciencia se puede terminar, nuestros intereses pueden cambiar o bien nuestras prioridades y eso es válido, lo que no puede ser válido es lastimar a quienes está para nosotros, mientras que intentamos descifrar lo que queremos. Si estamos ejecutando acciones que separan en lugar de unir, debemos preguntarnos por qué y la respuesta nos debe guiar a tomar una decisión que favorezca a la mayoría de los involucrados, incluso cuando de entrada se sienta dolorosa.

Por: Sara Espejo – Reencontrate.guru


Sara Espejo