No lo inventes… No pasa nada si te quedas callado.
Todos sabemos lo que una información falsa o no comprobada puede provocar. Los chismes son el pan nuestro de cada día y son pocos los que tienen la costumbre o bien la capacidad de dar un alto a su propagación.
Es fácil hablar, pero difícil medir las consecuencias de nuestras palabras. Es por ello que invitamos a ser un poco más conscientes en cuanto a lo que decimos, porque la palabra en sí misma tiene mucho poder, poder energético y poder de construir o de destruir a su paso.
Con una simple palabra podemos romper corazones, podemos alejar personas que deberían estar únicas, podemos romper la imagen de alguien, quizás exponer a alguna persona a una situación peligrosa. Nuestra palabra genera impacto y es por ello que debemos verla con la responsabilidad pertinente.
Incluso teniendo la certeza de lo que estamos diciendo es cierto, debemos ser capaces de medir el alcance de nuestras palabras, más aún cuando hay otras personas involucradas. Evidentemente el desconocer algo nos debería colocar un sello en nuestros labios que impida salir cualquier cosa distinta a algo que refleje que no tenemos conocimiento al respecto.
Ser cuidadosos nos trae a todos muchos beneficios. Si aprendiéramos a cuidarnos a nosotros mismos y a los demás, evitaríamos la mayoría de los malos entendidos, que surgen generalmente por alguna persona ociosa que destina su tiempo para inmiscuirse, no de la mejor manera, en la vida de los demás.
Nuestras vidas pueden ser muy ricas y entretenidas… Y el tiempo de esta experiencia es tan corto, que no le veo mucho sentido a invertir parte de ese valioso tiempo hablando de cosas que no nos competen, que no dominamos y que generalmente ni siquiera nos pertenecen.
Cada vez que nos veamos tentados a opinar, a inventar o a ser un eslabón en la cadena de algún chisme, detengámonos un instante para pensar en algo positivo que pudiésemos hacer por nosotros o por alguien más. De seguro terminaríamos por construir una mejor versión de nosotros mismos o aportarle cosas importantes a la vida de los otros.
Algunos de nosotros muestran cierta incapacidad para cerrar sus bocas y lo que no saben, lo inventan y esto puede resultar muy útil en ciertas circunstancias donde una buena dosis de creatividad en medio de una tormenta de ideas puede arrojar excelentes resultados.
Pero si esa incapacidad se enfoca en algo destructivo, todo lo que salga de esas bocas puede generar grandes conflictos, incluso si no son abiertas con tal intención.
Evidentemente no se trata de realizarnos todo un cuestionario antes de abrir nuestra boca. De seguro antes de cada cosa que estemos por decir, podemos hacer que venga a nuestra mente la pregunta que nos oriente si debemos o no continuar con nuestra intención de arrojar algún comentario, juicio, opinión, cuestionamiento, etc…
De seguro podemos acostumbrarnos a hacer intervenciones más valiosas, a construir a través de nuestras palabras, a respetar al otro, en especial durante su ausencia, a desarrollar nuestra empatía y sobre todo a enfocarnos en nuestras vidas, más que en la de los demás. Tenemos mucho que recorrer, que crear, que vivir, como para dirigir nuestra energía a aquello que no aporta.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.com
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