Bien sea porque uno está muy enamorado, porque está enfocado en que la relación de pareja funcione y/o se haya invertido mucho tiempo en una relación, debemos evitar plantearnos ciertas metas que solo representan retos dolorosos y muchas veces infructíferos.
Nadie se relaciona con otra persona con la intención de que las cosas fallen o se quiebren. Todos de alguna manera cuando decidimos pasar de una primera fase en una relación, estamos al menos esperanzadas en que las cosas van a funcionar para ambos y se va a poder construir una buena relación, que represente todas las cosas que de alguna manera nos parece interesante ubicar en el otro, entiéndase una buena compañía, alguien que nos apoye, con quien generar planes a futuro, básicamente y en resumen: alguien a quien amar y que nos retribuya, mientras vamos creciendo individualmente y a nivel de pareja.
Sucede que a veces las cosas no salen como uno conscientemente quiere y nos podemos poner un tanto creativos, pero no vamos a inventar el agua tibia, nos vamos a ir a poner en práctica todas las estrategias que se nos ocurran para cumplir con algunas de estas metas y de seguro seremos un número más en las estadísticas que nos aseguran que esa no es la vía. Veamos de cuáles metas estamos hablando:
Nadie cambia por imposición del otro, no venimos al mundo a cambiar a las demás personas por el simple hecho de pensar que puede ser una mejor persona si se adapta a lo que tenemos en nuestra mente que debería ser. Cada quien tiene todo el derecho del mundo de ser quien es y aun así ser merecedor del afecto y la aceptación de otra persona. Si alguien no te gusta como es, si sus defectos no los puedes soportar, es mucho más inteligente que te apartes, porque en caso contrario vas a sufrir y le vas a hacer sufrir a esa persona.
Si la otra persona se quiere ir, permítele que se vaya. Está bien no querer perder a alguien y plantear medidas que consideremos pueden ayudar a que la relación represente para ambas partes algo que deseen asumir. Pero de allí a buscar retener a alguien que desea marcharse, que ya siente que sintió su ciclo allí, hay un trecho considerable. Es doloroso dejar marchar a alguien que queremos que se quede, pero de qué nos sirve que se quede en contra de su voluntad, es cuestión de tiempo que termine yéndose y mejor si al menos nos ahorramos algo de tiempo y de energías.
Pretender cargar con todas las responsabilidades que conlleva una relación resulta muy desgastante. Las relaciones deben ser equilibradas, donde ambas partes estén dispuestas a construir la relación que desean. Evidentemente cada quien va a dar de acuerdo a lo que lleva dentro y a sus pilares en cuanto al amor y las relaciones de pareja. Sin embargo, hay un período de aprendizaje, de adecuación, que si se supera y se sigue viendo un notable desequilibrio en los esfuerzos, normalmente no resulta la mejor de las ideas el quedarnos allí remando solos, mientras el otro solo contempla el paisaje o peor aún rema en una dirección diferente.
Ciertamente habrá muchas otras metas que nos podemos plantear en medio de una relación que solo nos traigan inconvenientes, sin embargo, las tres mencionadas son clásicas, a las que al menos una vez en la vida cada persona se ve tentada a alcanzar.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.com
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