Si hubiese podido ver por un agujero cómo sería mi vida y mi mundo sin ti… No me hubiese tardado tanto tiempo. Te di muchas oportunidades, de ajustarte a lo que yo quería en mi vida, sin llegar a entender que ningún cambio que venga presionado desde afuera es real.
Pude ver tus intentos por mantener una postura, por complacerme, por ser quien no eras… Y también pude ver como todo aquello se desvanecía en un corto tiempo, dejando a la luz quien eres realmente. Lamento no haber querido mantenerte en mi vida sin modificaciones, pero la verdad es que como eres, me hacías mucho daño.
No te puedo negar que aún siento algo importante por ti, pero estoy feliz de haber podido decidir por mí, por elegirme, por entender al fin que debía apostar por tener en mi vida a alguien que me pudiese amar de la manera en la que yo quería que me amaran y dejar de esperar que tú te convirtieras en alguien que no eres.
Todo está en orden ahora, le he dado paso a lo que quiero y he dejado de aferrarme a lo que podría ser y nunca era. Hoy deseo para ti que consigas a alguien que te ame tal cual eres, que no intente cambiarte y tú no juegues a destruirle.
A veces nos hacemos una película terrible de lo que pudiese ser de nuestras vidas en caso de alejarnos de alguien o de decidir sácalo de nuestro mundo. Sin embargo, es solo al dar ese paso cuando nos podemos percatar qué tanto nos afecta la ausencia de esa persona.
Nunca consideramos estar fuera de la vida de alguien por capricho… Siempre tenemos motivos para querer alejarnos de alguien. Alguno de esto puede ser el principal:
Cualquier motivo es válido y puede ser el punto de partida para tomar la decisión de partir. Pero a veces no somos capaces de tomar la decisión por miedo a los cambios que la ausencia de esa persona en nuestras vidas va a generarnos.
Pensamos que los cambios nos generan sufrimiento, pero es el apego el que lo hace, es la manera en la que vemos esos cambios y la manera cómo nos imaginamos que las ausencias de algo o de alguien, nos afectará.
La vida es realmente corta para quedarnos en donde sentimos que tenemos más motivos para irnos que para continuar allí. Las decisiones tienen un peso y cada una de ellas, lleva consigo una consecuencia. Pero vale la pena arriesgarnos y seguir nuestra intuición. Recordando que la pérdida de algo, muchas veces representa una rotunda ganancia.
El dejar atrás a alguien que sentimos que ya fue, puede ser un gran reto, a veces solo nos quedamos allí, esperando que la vida pase, sintiéndonos insatisfechos, pero sin valor para experimentar algo más. Es triste ver uniones, que se saben infelices, estando por estar, por costumbre, por los hijos, por los años, por falta de coraje…
No nos damos cuenta de todo lo que nos perdemos por miedos, por no querer salir de una zona de confort, por no reconocer nuestros sentimientos y tomar decisiones que nos cambien la vida. Porque para ello hay que ser valientes, hay que saber jugársela.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.gurú
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