A veces sin que sea nuestro plan o sin darnos cuenta de cómo llegamos a algún punto, debemos reconocer que hemos estado recibiendo sobras de amor, que lo que nos está llegando por parte de esas personas que consideramos especiales, no es otra cosa que lo quedó luego de haber repartido el mayor porcentaje de la torta.
Lo que es peor, a veces nos conformamos con ese pedacito, que incluso llegan a ser migajas y defendemos ferozmente nuestro derecho a hacernos dueños, de aquello que no nos satisface, pero que de igual manera no queremos perder.
Obviamente el amor que recibimos va a ir en una escala de prioridades, normalmente a quienes más amamos es de quien esperamos más amor. Si mi vecino que apenas conozco me da las sobras de su amor, pues podría generarme un gran gusto, pero sí de mi pareja, de la persona que seleccioné para que transitara conmigo, recibo sobras de amor, esto no será tan agradable.
No se trata de que demos con la intención de recibir a cambio, pero sin duda que todo aquello que se mantiene en equilibrio, genera satisfacción y plenitud a ambas partes. Si yo doy de mí lo mejor, amo intensamente, estoy cuando me necesitan, defiendo, soy leal y dedico mi energía, mi tiempo y el resto de mis recursos en alguien, es normal y sano que espere recibir de esa persona algo similar.
El amor es infinito, es ilimitado y ciertamente cada quien tiene una manera particular de amar. Cada quien tiene sus medidas, su manera de dar, su forma de llegar al otro y lo ideal es hacerse sentir gratamente a través de la energía del amor.
La primera opción puede ofrecer mayores opciones para mejorar, porque existe una intención de amar, la segunda nos coloca en una posición de estar recibiendo un pobre amor.
La verdad es que cada quien al final hace lo que su amor propio le permite hacer, pero no hay lugar a dudas de que esta vida es muy corta y hay demasiadas personas en el planeta, como para conformarse con sobras de amor, con pedacitos o retazos.
Si vamos a involucrarnos con alguien sentimentalmente que sea para darlo todo y recibirlo todo, para amar intensamente y sentir que nos aman de la misma manera. Un amor mezquino, que nos deje con ganas de más, que ni siquiera nos permita entregarnos a plenitud porque no sentimos correspondencia, pues es una pérdida de tiempo y de energía.
El amor no se puede obligar, el amor lo canalizamos a nuestro criterio, incluso lo dosificamos, como si pudiese agotarse. Pero cuando no queremos que nuestro amor llegue a alguien, sabemos exactamente qué hacer… A veces no tenemos mayores intenciones de amar a alguien, pero para no perder lo que esa personas nos da, le damos un poquito de ese amor, la cantidad justa para que no se aleje, por si mañana decido darle más o simplemente porque no quiere perder lo que recibo de esa persona.
Obviamente ésta es una conducta egoísta, que debemos analizar y evitar… Pero sobre todo debemos amarnos nosotros tanto que podamos identificar con prontitud cuándo nos encontramos del lado de quien recibe poco y evitar conformarnos con eso. Y en definitiva que siempre procuremos tener amor de sobra y no sobras de amor.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.com
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