Me cansé de buscar, de ser especial, de atender, de dedicar mi tiempo, con la filosofía de no esperar nada a cambio, pero quedándome cada vez más vacía. Entendí que si alguien tiene interés en hacerse presente en mi vida, no seré yo quien tenga que buscarlo… Y no se trata de sentarme a esperar, sino de pretender que exista reciprocidad.
Escuché mil excusas y me hacía la desentendida. Siempre justificando, siempre comprensiva… Pero me di cuenta de que me trataban como yo misma me trataba, ya estaba marcando la pauta en esas relaciones que generaban en mí soledad… No me sentía querida, pero luego después de mucho, entendí que el desamor no provenía de los demás, sino de mí misma.
Esos despertares son por lo general los comienzos de nuevas etapas de vidas, de vidas que se vuelven más completas, más plenas y con propósitos bien definidos. Vemos a muchas personas, algunas se quejan, otras no, estar en relaciones prácticamente unilaterales, donde ellas dan, dan y dan… Y ciertamente el deber ser es dar sin esperar nada a cambio, pero ese altruismo en la vida práctica, si no tenemos una fuente de retribución, genera vacío, frustración y dolor.
Las relaciones deben ser equilibradas, una persona da amor y debe ser amada, al menos cuando de parejas e incluso de amistades se trata. En el caso de otro tipo de nexos, puede caber un tipo de amor más desinteresado, en el que recibir nos enriquece el alma, sin embargo, no importa si eso ocurre, siempre estaremos dispuestos a dar.
Digamos que los nexos que nosotros escogemos a lo largo de la vida, deben estar cargados de reciprocidad, de equilibrio, de dar y recibir. Pero debemos entender que lo que proyectamos hacia los demás resulta determinante en lo que generamos y obtenemos en nuestras relaciones.
Lo que proyectamos depende de nuestra vibración, atraemos personas que sintonizan con lo que predomina en nosotros, y aquí está el secreto a voces. Solo una relación de amor con nosotros mismos, nos permite atraer relaciones saludables a nuestras vidas. Si no sabemos amarnos, ¿qué nos puede hacer pensar que otra persona sí sabrá hacerlo?
Debemos comenzar a valorarnos, a sentirnos merecedores de afecto, de atención y de amor. Debemos aceptar lo que no nos agrada tanto de nosotros y permitirnos vernos con amor. Reconocer nuestras capacidades, celebrar nuestros logros, reconocer lo que hacemos bien son pasos pequeños que damos hacia el encuentro con lo que somos.
Cada uno de nosotros somos seres únicos, con características y talentos que nos distinguen de cualquier otra persona. El reconciliarnos con lo que somos, nos permite proyectar mayor seguridad, nos permite perder la costumbre de mendigar afecto y atención, porque no la vamos a necesitar, nosotros mismos podemos darnos eso que buscamos fuera.
Paradójicamente es en el momento en el que nos sabemos capaces de querernos y de prestarnos atención, que el mundo afuera nos determina y dice: me interesa esta persona y voy a hacer lo que esté en mis manos para estar con ella, para interactuar y para que podamos compartir juntos, un momento, unos cuantos o hasta una vida entera.
Pero si sentimos que vamos por la vida esperando amor de los demás, escuchando excusas, sintiéndonos rechazados, ignorados o utilizados, pues tenemos una enorme mano roja señalándonos a nosotros mismos, indicándonos el camino a seguir. Así que comencemos a mirarnos al espejo y decirnos: ¡Te amo! ¡Gracias por soportarme este tiempo! ¡Lamento lo que permití y cualquier cosa que haya hecho que haya dañado! ¡Todo será mejor de ahora en adelante! Y comencemos la más fiel relación amorosa…
Por: Sara Espejo – Reencontrate.com
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