A veces como por juegos de la vida nos vemos sometidos a lidiar con algunas personas o situaciones, que realmente nos sacan de centro, que logran perturbar nuestro estado anímico y daríamos casi cualquier cosa a cambio de poder desaparecerlo de nuestras vida, pero sencillamente no podemos.
No podemos porque no depende de nosotros, porque son vínculos o situaciones a los que nos quedamos atados de alguna manera (nuestros padres, el padre de nuestros hijos, incluso alguna enfermedad), en fin… a veces esa creación está allí, ese vínculo está allí y solo debemos aprender a verlo como una lección, como una puerta al gran crecimiento que hay detrás.
Así como hay cosas que no podemos cambiar, al menos no de momento o no como queremos, hay otras que sí. No podemos hacer que alguien sea algo distinto a lo que es, tampoco podemos volver el tiempo atrás, no podemos contratar a un sicario y acabar con algún asunto (podríamos, pero no es esa vía la que queremos tomar), tampoco podemos controlar las acciones de los otros, en especial aquellas que nos hacen daño… Peeeero sí podemos controlar la manera en la cual integramos cualquiera de esas cosas a nuestras vidas.
Podemos decidir cómo vamos a actuar y sabemos que no es sencillo, porque a veces sentimos tanto dolor o tanta rabia que actuamos de manera impulsiva, rompemos en llanto, terminamos cayendo en el terreno que no queríamos pisar o bien centrándonos en aquello que nos hace sentir mal y ello requiere trabajo y requiere respiración y mucha disposición entendiendo y teniendo presente a dónde queremos llegar.
No podemos dejarnos llevar por nuestras emociones, más que para verificar si estamos decidiendo ir en el camino que nos conduce hacia el bienestar o hacia el malestar… Si siento enojo, rabia, frustración, dolor, pena, tristeza, lo que estoy eligiendo pensar en relación a lo que nos está pasando, no es lo más conveniente.
Nadie puede pensar o sentir por nosotros, lo cual es una gran ventaja, porque si alguien intencionalmente o no intenta ofendernos, humillarnos, hacernos sentir mal de alguna manera, podemos decidir qué pensar al respecto. Eso nos da el control y nos permite empacar en una caja todo aquello que no queremos recibir y dejarla allí, observarla por un instante, darnos cuenta de que no somos eso que nos dicen, que eso no nos pertenece y que alguien está intentando descargar su basura en nosotros. Tenemos la potestad de embasurarnos o dejar esa basura allí.
A veces le damos el gusto a quien viene con sus intenciones de lastimarnos y terminamos como nos quieren ver, tristes, apagados, sintiéndonos frustrados… Aprender a mirar con otros ojos no es sencillo. Pero es necesrio entender que la mayoría de las personas no busca lastimar a otras de manera intencional y solo lo hacen en medio de una búsqueda de autorealización.
Pero hay que reconocer que hay un porcentaje que sí, que agota sus recursos para hacerle mal a otros, que tiene mucho rencor en su interior, están en guerra con ellos mismos y con el mundo. Estas personas no logran reconciliarse con la vida y ante cualquier vestigio de felicidad en otro, quieren intencionalmente apagarlo y no pierden oportunidad para sembrar su semilla de odio. Sin importar incluso que los mayores daños se los lleven las personas que dicen amar más.
Estas personas pueden inspirar lástima, pero nunca deberíamos darles el placer de sentir un solo ápice del sufrimiento que quieren hacer sentir en los demás. Pensando inteligentemente, mientras más nos afectemos, más nos vamos a enganchar a esa situación, más vulnerables seremos a quien busca hacer mal y más expuestos estaremos a eso que no nos hace bien.
Debemos aprender a ignorar, a dejar pasar. No se trata de aparentar que algo no nos afecta, sino que realmente no nos afecte, buscando minimizar las interacciones, no darle espacio a estos seres o a alguna situación particular de dañarnos. Y mientras menos importancia le demos, más sencillo nos será salir de ese círculo de dolor en donde podemos estar sumergidos.
Empecemos a liberarnos, perdonemos, veamos con compasión a quien no logra encontrar su paz y su felicidad y encuentra el placer en dañar a los demás. Incluyámoslo en nuestro círculo de amor. Este ejercicio quizás no lo he compartido mucho, pero es muy poderoso y aprender a usarlo resulta muy beneficioso. Trabaja sobre nuestro subconsciente y no nos permite picar el anzuelo que nos conduce por un camino doloroso, enganchándonos a pensamientos que solo nos conectan con emociones bajas.
Cuando algo o alguien nos afecte de manera negativa, diremos para nuestros adentros: Te incluyo en mi círculo de amor. Incluso si esa persona está en frente de nosotros, diciendo alguna barbaridad, pensaremos repetidas veces: Te incluyo en mi círculo de amor. Activaremos en la interacción otra energía, porque vamos a dejar de estar en sintonía con esa situación y la alejaremos de manera inteligente y cada vez que algo asociado a algún elemento perturbador venga a nuestra mente lo aplicaremos y esta será una eficaz manera de restarle fuerzas, de ignorar de manera sana.
Recuerda que nada de tu vida está allí por casualidad, lo has creado, lo has atraído. Si algo no te gusta, deja de atraerlo, deja de vibrar con ello.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.guru
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