Todo lo que damos vuelve de alguna manera a nuestras vidas. En el caso particular de pretender ser esa luz que ilumine el camino de alguien, debemos tener presente que no solo estamos beneficiando a esa persona, sino que nos estamos beneficiando nosotros mismos, incluso cuando nos cueste un poco ver ese beneficio en el tiempo presente.
No queremos en lo absoluto inyectar algo que pueda hacerle perder la sinceridad y espontaneidad a nuestros actos, para sustituir esos nobles motores, por otros marcados por la búsqueda de la ganancia o el interés en lo que hacemos.
Pero sí nos gustaría sembrar consciencia e invitar a todos a ser mejores seres humanos, a ayudar, a dar lo mejor de cada uno. Porque a fin de cuentas no es posible iluminar el camino de alguien, sin que el nuestro se ilumine al menos un poco.
La luz que somos para los demás, no se convierte en sombra para nosotros, por el contrario, nos favorece. El ayudar a otros nos abre los ojos y nos hace tener una visión un tanto diferente de la vida. Al encender una luz para alguien más, tenemos la posibilidad de iluminar nuestros pasos, porque a fin de cuentas todos vamos tropezándonos y cruzando nuestros caminos por diferentes periodos de tiempo y a veces no somos capaces de ver hacia donde estamos yendo, hasta que decidimos alumbrar el andar de alguien y esto nos permite a nosotros inclusive encontrarnos en donde sea que nos hayamos perdido.
Nunca pensemos que saldremos perdiendo por ayudar a otro. Cada vez que decidimos abrir nuestro corazón y dar algo de nosotros para mejorar la vida de alguien, estamos extendiendo el canal a través del cual recibimos del universo. Cuando damos, estamos decretando prosperidad y generosidad y de esta manera entramos en sintonía con la fuente ilimitada que se encargará de multiplicar todo aquello que salga de nosotros.
Es por ello que recomendamos dar siempre lo mejor, para que lo mejor vuelva… Y como no estamos para engañar a nadie y nuestras energías y nuestra vibración no pueden mentirle al universo, solo atraeremos y vendrá de vuelta lo que caracterice nuestra esencia. Si damos esperando recibir, lo más probable es que nos quedemos esperando.
No estafamos al universo, ni nos hacemos pasar por mejores o peores personas, de hecho eso no existe como tal. Solo existe una respuesta que va de la mano con lo que realmente somos, sin fachadas, sin fraudes, sin engaños.
Quienes realmente iluminan los caminos de otros, no están pensando en ser retribuidos o recompensados, solo están dando lo que llevan dentro. A veces no se necesita hacer o decir nada, solo basta con estar cerca y ser luz, ser lo que en esencia somos y eso suele ser suficiente para apartar la oscuridad de quienes estén cerca.
-Las grandes oportunidades para ayudar a otros, raras veces llegan, pero las pequeñas nos rodean todos los días.-Sally Koch.
Proponte que nadie se acerque a ti, sin marcharse un poco más feliz, un poco más tranquilo, un poco más querido, un poco más despreocupado. Siempre podemos hacer algo que aporte algo positivo a quienes tenemos cerca, pero muchas veces lo damos por sentado. Si todos nos dedicáramos a sumar algo a la vida de los demás, a ser un foco de luz por un instante o al menos nos comprometiéramos con no restarle nada a nadie, de seguro formaríamos una red en donde todos estaríamos mejor contenidos, apoyados y amados.
Es importante pensar en nuestra felicidad, pero entendamos que si contribuimos a la felicidad de los otros, inevitablemente, nos acercaremos más a la nuestra.
-El mejor ejercicio para el corazón es agacharse y levantar personas.-John Holmes.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.guru
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