Cada decisión que tomamos en la vida implica un riesgo y muchas veces podemos perder oportunidades importantes cuando decantamos por alguna opción. Es por ello que el miedo puede ser uno de los elementos que retrase la toma de alguna decisión que consideremos importante.
No podemos ver por un huequito el futuro, para asegurarnos de que vamos a estar bien con la decisión que tomemos, pero sí podemos escuchar e interpretar cómo nos sentimos al decidir.
Normalmente si la decisión, aun cuando nos duele, nos genera una sensación de paz, estaremos por la vía más adecuada para nosotros. Éste elemento quizás lo podamos usar como radar, en especial en aquellas circunstancias en las que sentimos que las dudas toman protagonismo y nos cuesta mucho decidir.
Nunca podremos tener la certeza de qué hubiese pasado por el otro camino que no recorrimos, pero a veces la vida nos dice de varias maneras que tomamos la decisión correcta. A veces porque nos muestra un escenario en donde nunca hubiésemos encajado y otras que resultan muy satisfactorias, ubicándonos en donde siempre quisimos estar o incluso superando cualquier expectativa.
El tiempo tiene sus curiosidades, es implacable con su paso, invaluable, pero también tan justo, ubica todo donde le corresponde o al menos nos da la impresión de ello. Y a su paso solo podemos ir creando lo mejor que podemos el camino. Ello requiere tener claro que nuestro presente será el pasado de nuestro futuro y también que todo lo que hemos vivido nos ha colocado donde estamos ahora.
Somos el producto de cada decisión que hemos tomado consciente o inconscientemente… Quizás podemos lamentarnos de que no hay un equilibrio en esos dos tipos de decisiones, ya que aproximadamente un 90% de lo que decidimos a diario lo hacemos de manera inconsciente y solo un 10 a través de nuestra mente consiente.
Quizás en ese 10 se encuentren las decisiones más trascendentales, pero la suma y lo que determina nuestra vida es lo que nos lleva a donde estamos. Es por ello que debemos cuidar qué se esconde detrás de esa mente inconsciente y los programas que hemos cargado en ella o bien adquirido a través de otros y adoptados como propios.
De cualquier manera, cada día nos ofrece una nueva oportunidad, de cambiar y ajustar lo que queramos: Puede que quizás hoy no nos encontremos donde deseamos, pero eso no significa que no podemos llegar. Si seguimos la guía del corazón, ésta nos llevará a dar pasos acertados, por los caminos más maravillosos.
Dejemos los miedos a un lado y potemos por vivir, por permitir que la vida nos sorprenda, siendo un tanto flexibles en cuanto a lo que pensamos y dándonos la posibilidad de cambiar cada creencia que resulte inconveniente y a través de ello dejar de tomar de manera inconsciente decisiones que vayan en contra o no sean del todo coherentes con las metas que nos proponemos.
Confiemos en el proceso de la vida, seamos capaces de ver las señales que noblemente la vida nos coloca para no desviarnos tanto o simplemente no perdernos, pero a veces somos muy rígidos y nos resistimos a ajustar algún plan, decidiendo de manera inconveniente y a veces retrasando esos planes cargados de magia que trae nuestra alma para que los ejecutemos.
Al final todo encaja, vemos cada pieza en su perfecta posición y a veces solo nos preguntamos, realmente cree yo este camino o ya estaba todo listo para que yo lo recorriera. En lo particular creo que creamos el camino, pero que hay ciertos elementos de él que no podemos dejar de ver o de vivir.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.com
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