¿Solemos reconocer nuestro verdadero valor ? Cuando éramos niños, poseíamos la capacidad innata de percibirnos como “un Todo”. Pero esa sensación de unidad la vamos perdiendo a medida que crecemos y nos amoldamos a la vida en la sociedad. Estar conscientes es poder reconocer el valor de cada parte de nosotros y saber internamente que Cuerpo, Mente y Emociones nos pertenecen y nos constituyen. Ese es el principal objetivo y el primer paso de muchas de las terapias holísticas para lograr el bienestar.
Se trata de saber quienes somos, volver a reunir nuestras partes, esas partes que la educación y la vida han ido separando y que parecen estar constantemente luchando entre sí.
Somos una unidad de Cuerpo, Mente y Emociones encarnados en esta experiencia humana. El bienestar de la unidad se logra al poder integrar las diferentes facetas de nuestro ser, en vez de vivir como partes distintas de nosotros mismos, que luchan entre si para poder expresarse.
Nuestro cuerpo es como un carruaje, los caballos que tiran de él son la fuerza de nuestros deseos, emociones, necesidades y afectos. Si nos dejamos llevar solo por las emociones, instintos y deseos, podríamos transitar rumbos peligrosos…para que esto no suceda, tenemos la mente racional, nuestro intelecto, que es como un cochero con la capacidad analítica de encauzar la energía del sentimiento.
Debemos reconocer que ser persona es conocer el valor de cada parte de nosotros, es saber que todos somos por lo menos estos tres personajes a la vez. Somos el carruaje, los caballos y el cochero. Vivir en armonía es lograr darle el justo valor y protagonismo en cada situación a cada unos de estos personajes que protagonizan nuestra vida.
No es sensato permitir que el cuerpo sea arrastrado solo por nuestros impulsos y pasiones, pero tampoco es sabio permitir que la mente racional y analítica anule por completo las emociones y los sentimientos, aun cuando alguno de nuestros caballos se desboque a veces.
Una vez que comprendemos y aceptamos que somos nuestro cuerpo, nuestros deseos, nuestra sensación de apetito, nuestro dolor de cabeza, nuestras ganas e instintos, pero que también somos nuestra mente racional, nuestras reflexiones y experiencias, nuestra inteligencia, entonces estaremos conscientes al reconocer el valor de cada parte de nosotros, y habremos logrado equiparnos para seguir en armonía el camino que hemos decidido seguir.
En nuestra sociedad siempre se le ha dado mayor valor a la mente racional como símbolo de progreso, también ha fomentado desde el punto de vista de salud el cuidado de un cuerpo sano, pero las nuevas corrientes de crecimiento espiritual que han descubierto la importancia de la integración de Ser, apuntan a darle el justo valor a los sentimientos y las emociones dentro de la unidad del todo.
Una paradoja Zen nos enseña que la imagen que construimos de nosotros mismos puede cortarnos las alas o puede hacernos volar. El ser humano es capaz de auto describirse, estamos en capacidad de conocer las características de nuestros personajes, nuestros logros y fracasos, debilidades y fortalezas. Nada nos impide auto observarnos, conocernos, saber quienes somos, incluso cambiar lo que no nos gusta para ser más libres.
Recuperar nuestra verdadera esencia es una aventura fantástica. Solo la aceptación incondicional y el reconocimiento de quienes somos en nuestro fuero interno, junto con el valor de mostrarnos ante los demás, nos permitirá sentirnos en paz e integrados en un todo que es el Ser.
Utilicemos un lenguaje que asuma y exprese con valor y eficacia quienes somos en cada momento, lo que pensamos y sentimos, lo que necesitamos. El lenguaje es una poderosa herramienta que puede dirigir nuestro cerebro hacia uno u otro lado, una comunicación hábil y efectiva nos hará conscientes para asumir el cargo y la responsabilidad de nuestra existencia.
No utilices comentarios acerca de tus sentimientos en segunda persona, como por ejemplo: “te pones nervioso en estas situaciones” mejor dí: “Me pongo nervioso en estas situaciones”.
Expresarnos en el tiempo presente también nos ayuda a centrarnos en nosotros haciéndonos plenamente conscientes del aquí y ahora de cada experiencia. No decir por ejemplo: ” me inquietan este tipo de circunstancias” en lugar de “estoy inquieta en estos momentos”
Personalizar lo que decimos es también otra poderosa herramienta, en vez de decir: “Lo que mas se quiere son los hijos” debemos decir “lo que mas quiero en mi vida son mis hijos”.
La capacidad de reconocer y aceptar nuestros propios sentimientos y pensamientos nos hace actuar espontánea y congruentemente con ellos, Jorge Bucay lo expresa de esta hermosa manera: “me concedo a mi mismo el permiso de estar y ser quien soy… el permiso de sentir lo que siento…el permiso de pensar lo que pienso y también el derecho de decirlo si quiero…”
Lully – Reencontrate.guru
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