Evitar saber de algunas personas puede favorecer tu salud mental
A veces nos toca asumir que una persona no estará más en nuestras vidas, bien sea porque lo hemos decidido así o porque tenemos que acatar el deseo de ese alguien más. Sin embargo, a pesar de las circunstancias, una parte de nosotros no deja de interesarse por saber de la otra persona.
Eso hasta cierto punto es normal, entendible y si los ciclos han cerrado de la mejor manera, el pretender saber de alguien que en algún momento formó parte de nuestras vidas, no debería traer mayores consecuencias. Sin embargo, son nuestras emociones las que nos hablarán del tema y la conducta que asumamos para satisfacer ese interés.
Si nos sentimos ansiosos por indagar, si nos genera rabia, celos, tristeza, la información que manejamos de esa persona, es momento de revisar lo que estamos haciendo desde un punto más elevado de consciencia, entendiendo que el ego nos está acercando a un estado de malestar de manera innecesaria.
Hoy en día las casualidades no son necesarias, encontrarnos al amigo que nos pueda contar algo de la vida de alguien que fue parte nuestra vida, ya no tiene mayor peso. Solo basta con que esa persona tenga una vida virtual un tanto activa para saber de qué va, cuáles han sido sus últimos movimientos, si está sola o bien, qué tal luce con una nueva compañía.
A veces sentiremos una cierta satisfacción si vemos que esa persona está sola o incluso si nos enteramos que ha tenido alguna decepción. Evidentemente, eso no habla tan bien de nosotros, sino más bien de lo egoístas que podemos ser y la calidad de nuestros sentimientos.
Cerrando ciclos
Aprendamos a cerrar el libro, sin llevarlo con nosotros a todas partes, esa persona que fue parte nuestras vidas, seguro algo positivo nos dejó, vivencias, aprendizajes, contactos… algo por lo cual inclusive nos interesamos por su vida.
Pero aprendamos a hablarle al universo, que no nos sienta por allí ansiosos, envidiosos, celosos, sino que nos perciba en calma, para que a nuestra vida pueda llegar más experiencias que vibren con lo que somos y sentimos.
La calma la conseguimos entendiendo que las cosas a veces no resultan como las quisimos, que los planes pueden cambiar, que las personas que forman parte de nuestro pasado tienen derecho a retomar sus vidas y ser felices, que desearles sinceramente el bien habla de lo que somos.
Muchas veces mientras alcanzamos el nivel de madurez emocional necesario para manejar y canalizar lo que sentimos de una buena manera, es preferible que nos inclinemos por limitar nuestro interés por saber de la vida de alguien.
Ya lo superaremos, no tenemos que apurarnos, pero tampoco debemos adoptar una conducta perjudicial. Si las redes sociales no nos ayudan, silenciemos estados, dejemos de seguir, bloqueemos de ser necesario… Evitemos preguntar, saber, coincidir…
Al procurar saber, al indagar, nos mantenemos atados a esas personas, no terminamos de soltarlas y obstaculizamos el paso de quien pudiese ser parte de nuestras vidas en el presente. Cada uno tiene la responsabilidad de limitar lo que no le hace bien y de filtrar lo que no va a enriquecer su vida, sino por el contrario la colocará en una posición vulnerable, atando su estado anímico a lo que ocurra en la vida de alguien que ya no debería estar en el tapete.
Apuesta por tu bienestar
Evita saber de alguien que aún te mueve. Eso te permitirá sanar más pronto y poder ver el pasado como lo que es, te mantendrá alejado de sufrimientos innecesarios y te permitirá estar en contacto con el bienestar que tambalea ante cualquier información que recibes de ese alguien. Si cuidas tu actitud ahora, verás que más pronto de lo que imaginas, ya podrás mirar casi con indiferencia aquello que hoy quizás te corte la respiración.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.guru