Aceptar… El primer paso para vivir sin problemas…
La lucha entre lo que ocurre y lo que creemos que debería ocurrir, es lo que nos da la impresión de atravesar un problema, de vivir un conflicto.
Sin embargo, si nos ponemos a quitarle las capas a la cebolla, nos vamos a dar cuenta de que el problema no es tal, que cada cosa es como es y solo la lucha, la resistencia y la negación a lo que es, es lo que genera ese malestar en nosotros.
Algunos ven el hecho de aceptar como un sinónimo de resignación, de rendición, pero no tiene por qué ser visto de esa manera. La aceptación no tiene por qué dejarte un sabor amargo en la boca, ni esa sensación de que estás cediendo tu espacio. La aceptación puede ser vista como esa llave que abre la cerradura de la prisión donde nosotros mismos nos encerramos.
Aceptar puede representar el no darle más importancia a algo, el no intentar cambiarle, el no invertirle más energía y simplemente continuar. Podemos continuar como sea que estemos, cuando aceptamos, dejamos de intentar cargar algo muy pesado, simplemente lo dejamos allí, que haga lo que quiera hacer y continuamos, le restamos el enfoque y optamos por vivir en paz.
Es justamente la paz por lo que apostamos cuando decidimos apostar y paradójicamente el hacer las paces con el conflicto, lo elimina, lo hace más pequeño o simplemente deja de afectarnos.
Aceptar es quitar la atención, es ajustar nuevamente el zoom para mirar el resto de lo que ocurre en perspectiva y darnos cuenta de que hay mucho más, mucho más de lo que estábamos viendo. Incluso más de lo que esperábamos de acuerdo a cómo integramos las experiencias y diversos tipos de información a nuestras vidas.
Un problema solo está en la mente de quien lo crea. Una misma situación puede ser vista para alguien como una oportunidad y para otra persona como un problema. Una enfermedad, una ruptura, el ser despedidos de un empleo o el que nos aplacen una materia, puede ser integrado a nuestras vidas como un problema, en especial porque no era eso lo que queríamos que ocurriera y no está en nuestro listado de cosas positivas ninguno de estos eventos.
Pero si soltamos las expectativas y las etiquetas, obtendremos un provecho distinto de aquellas experiencias que nos podrían generar normalmente disgusto. Aceptando es la única manera de poder pensar en otra cosa, sin que la mente ronde y ronde sobre el problema. Tenemos la costumbre de querer resolver un conflicto dándole vueltas en la cabeza y lo que generamos es el efecto contrario. Nos acercamos solo más y más al problema y nos alejamos más y más de la paz, que es desde donde realmente debemos observar y ser parte de la vida.
No quiero que esto se malentienda, porque muchos asocian la vida con sufrimiento, padecimiento, muerte, angustia, lucha continua… La vida es como la veamos, como la sintamos. Pero son sus movimientos los que nos enriquecen, esas subidas y bajadas, el interpretarnos, el conocernos, eso es parte de este juego, que es sorpresivo, maravilloso y que nos asegura diversión y disfrute si nos relajamos… ¿Cuándo nos relajamos? Cuando soltamos el control y aceptamos… Ahí nos permitimos nuevas formas de apreciar la vida y de disolver eso que llamamos problemas, aplicando la misma energía creadora, pero a nuestro favor.
Tienes la decisión en ti, engánchate, pelea, resiste o acepta y desaparece ese problema de tu vida. ¿No me crees? Haz la prueba… Escoge uno de tus problemas y deja de verlo como tal, acepta su presencia y réstale atención… Luego de un tiempo, cuéntame qué paso, pero por favor, no te quedes sin volver a contarme.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.guru
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