Psicología

Descubre si sufres de apego emocional

Es realmente difícil conocer cómo será el futuro de una relación de pareja. Ni los horóscopos, ni las cartas nos pueden decir si ésta será buena, estable, o si será un fracaso total.

Sin embargo, en psicología, hay una teoría que lleva por nombre «La teoría del apego», la cual fue desarrollada por John Bowlby, y a su vez completada por los psicólogos Cindy Hazan y Phillip Shaver.

Esta nos explica en sencillas palabras lo siguiente:

El vínculo afectivo y conductual que desarrolla todo niño con sus padres o sus cuidadores en la infancia, va a determinar su desarrollo cerebral y emocional en la adultez. Asimismo, todo adulto reproducirá en sus relaciones amorosas, las relaciones de apego que alguna vez vivió en la infancia.

Dicho con otras palabras… así como nos amaron nuestros padres, probablemente así, terminaremos amando a los demás.

Los 4 tipos de apego

En función de lo anterior, vamos a describir hoy, los 4 tipos de apego que establece la teoría de Bowlby.

Conocerlos te permitirá entender cómo es tu manera de amar hoy en día, o si hay algo de tu pasado que te impide tener una relación estable y, por ende, debas trabajarlo para sanar.

Lo que buscamos a través de este post es que puedas establecer relaciones más gratificantes, más sanas y más duraderas con los demás.

Sin más, comencemos:

1. El apego seguro

Podría decirse que, este es el tipo de apego más sano que podría experimentar un niño durante su infancia.

Aquí, la figura del padre o el cuidador se ocupa del bebé y atiende todas sus necesidades sin ser invasivo ni sobreprotector ni mucho menos descuidado.

Al niño, desde pequeño, se le transmite afecto, respeto y cuidado, facilitándole su progresiva autonomía.

Si el padre o la madre se ausenta, puede que llegue a sentir disgusto y ansiedad. Sin embargo, conseguirá calmarse y consolarse él solito. Y cuando el padre o la madre esté de regreso, se sentirá a gusto con él o ella.

Estos niños, por lo general, se sienten queridos y consiguen equilibrar la presencia física y el cariño, con el deseo de autonomía y aventura, algo que es normal que experimenten de chicos.

De adultos, estas personas se sienten cómodas en las relaciones y disfrutan de compartir su intimidad.

Son personas que saben alejarse de quienes les hacen daño, que reconocen sus emociones y que son capaces de pedir ayuda o de expresar sus necesidades afectivas.

El tipo de relaciones que entablan estos individuos son duraderas, respetuosas y no idealizadas. Asimismo, comprenden muy bien que los altibajos son naturales dentro de una relación

2. El apego inseguro evitativo

Aquí, el padre o el cuidador se muestra hostil o frío ante las necesidades de afecto del niño. Más bien, considera que estas son excesivas, caprichosas o inapropiadas. Tanto así que evitará mantener contacto físico con él.

El padre o el cuidador considera estas necesidades una debilidad de parte del niño y cree que es necesario educar con disciplina, a base de privaciones, o minimizando el cariño.

Estos niños aprenden por tanto a reprimir sus necesidades afectivas y a renunciar a la intimidad para no provocar rechazo, ni dar problemas a sus cuidadores.

Luego, terminan siendo adultos huidizos, o que sienten que el hecho de necesitar afecto es una debilidad.

Su nivel de ansiedad es bajo, pero tienen un nivel muy alto de actitudes evasivas que les impiden compartir su intimidad incluso dentro de una relación de pareja. Asimismo, consideran que sus emociones son difíciles de comprender para los demás.

3. El apego inseguro ansioso

Aquí, el padre o el cuidador muestra una actitud inestable frente al niño. Dicha actitud es debida a dificultades que la persona suele atravesar y que no tienen nada que ver con el infante.

Esto no quiere decir que el padre rechaza al bebé, sino que algunas veces se muestra muy indiferente y lo ignora. Mientras que otras veces se muestra cariñoso, alegre, y atento a sus necesidades.

Esta actitud de inestabilidad genera gran ansiedad en el niño, ya que no logra comprender el comportamiento de su cuidador. Y en muchas ocasiones, tampoco logra comprender su propio comportamiento.

No entiende por qué a veces sus necesidades, incluso las más básicas, son desatendidas, y otras veces sí son atendidas en sobremanera.

Estos niños el día de mañana serán adultos inseguros en sus relaciones y sufrirán mucha ansiedad.

Tenderán a ser inquietos, celosos, suspicaces, preocupados y muy melodramáticos. Serán individuos que necesitarán sentirse tan vinculados con su pareja, que llegarán al punto de agobiarla.

Su actitud, por supuesto, es negativa, pero ésta les permitirá ahuyentar la ansiedad que les provoca el tener que imaginarse separados del otro. En otras palabras, serán muy dependientes del otro y creerán que su felicidad o su desdicha depende de la atención que reciban de otras personas.

4. El apego desorganizado

Este es el tipo de apego más perjudicial que existe.

Aquí, el cuidador es gravemente insensible o violento con el niño. Lo que es peor, el niño no puede sobrevivir sin su cuidador, pero el detalle está en que el cuidador o el padre es al mismo tiempo la amenaza.

Esta contradicción provoca un colapso mental muy traumático en la vida del infante. Estos son niños llenos de dolor, miedo, inseguridad y agresividad. Muchos de ellos recurren al bloqueo emocional para poder sobrellevar su realidad.

De adultos sufren grandes dificultades para identificar sus emociones, pues padecerán constantes bloqueos y confusiones de sentimientos.

Para estas personas, las relaciones afectivas son un peligro o una amenaza, así que, las evitarán a toda costa. Serán individuos inestables en sus relaciones y con grandes dificultades para respetar los derechos y los límites del otro.

En suma, muchos de los trastornos de apego y dependencia nacen de la carencia de cariño, de seguridad y de atención en la infancia. Sin embargo, no todo está perdido.

Sí es cierto que no se puede volver al pasado y cambiar las cosas, y en caso de que te sientas identificado con alguna conducta de dependencia negativa, déjame decirte que, paso a paso, esta se puede reparar con ayuda psicológica.

Por eso, nuestra recomendación es que busques ayuda con un profesional o un buen terapeuta, de manera que puedas recobrar la autoestima y hacerte cargo de tu propio cuidado. Con esto, conseguirás:

  • Sanar las heridas de la infancia.
  • Madurar emocionalmente.
  • Ser en un futuro un padre o una madre que no repita con sus hijos lo que alguna vez vivió.
  • Y construir relaciones más sanas con los demás.

Así que, anímate a sanar.

Por último, te recordamos que en este espacio contamos con una serie de cursos y talleres que pueden beneficiarte en tu crecimiento personal y espiritual… ¿Qué esperas? Suscríbete a ellos ya.

Saludos.

Por: Adrian Alberto ∼ reencontrate.guru

Adrian Alberto

Ingeniero de Telecomunicaciones. Mi fuerte es la tecnología, aunque aquí escribo sobre crecimiento personal y lo que sé de psicología. Fiel creyente del "todo es posible en esta vida" 🌻💪🏻

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