Muchos de nosotros, los seres humanos, tenemos la mala costumbre de querer controlar todo lo que sucede a nuestro alrededor. De querer forzar las cosas o de hacer que todo encaje en un sitio, que quizás, es el incorrecto… Y en realidad, la vida se trata de no forzar nada y de dejar que todo fluya.
Pero entonces, ¿de dónde proviene esta mala costumbre?… Pues bien, muchas veces se debe a la crianza que hemos recibido, o a la sociedad en la cual nos desenvolvemos, que nos enseña cosas como: “¡Puedes con todo! ¡Tienes el control de todo en tus manos! ¡Hasta las cosas más imposibles las podrás conseguir!”.
Claro, no está mal el hecho de querer motivar. Sin embargo, con esta visión, solo vamos a querer forzar muchas situaciones, circunstancias o sentimientos que, sencillamente, no se pueden forzar. Ya que, muchas de estas cosas, en realidad ocurren solas.
Para vivir en completa armonía contigo mismo y crecer como persona, es importantísimo que no fuerces nada. Ni las situaciones, ni las circunstancias, ni las mismas personas que hoy en día te acompañan, pues posiblemente, mañana no estén o decidan irse.
No te voy mentir, a veces, resulta difícil hacer esto. Somos seres que, de una u otra manera, buscamos estar bien, queremos lograr cosas y anhelamos que todo salga lo mejor posible. Por otro lado, si nos toca desprendernos de algo o alguien, nos va a costar, quizás por costumbre, quizás por miedo a lo desconocido.
Cuando forzamos situaciones o circunstancias para que sucedan tal y como deseamos, lo único que estamos haciendo es boicotearnos o autosabotearnos. Entramos en desesperación, angustia y terminamos cansados. Puede que la situación se dé, pero ¿y los resultados? ¿serán los esperados? Dudo que sea así.
Si actuamos pretendiendo que las cosas ocurran según como nosotros queramos, vamos a terminar re-agotados, y posiblemente, frustrados de no lograr lo que esperábamos.
En cambio, no forzar las cosas y dejar que estas tomen su camino por sí solas, a veces es mejor. Ya que podrían terminar sorprendiéndonos y mostrándonos una perspectiva mucho mejor de la que pensábamos.
En estos casos, puedes incluso valerte de tu fe y dejar todo en manos de Dios, del Universo o de esa Divinidad en la cual has creído. Esforzándote y trabajando lo necesario cada día, claro está. Tampoco creas que todo va a caer del cielo.
Existe un mantra dentro de la técnica del Ho’oponopono que suele ser muy útil para dejar que todas las situaciones y circunstancias tomen su cauce. Te lo recomiendo mucho, es el siguiente:
«Hágase tu voluntad, hágase tu voluntad, hágase tu voluntad… »
Así como lo acabas de leer: tres veces. Repítelo de corazón e invocando siempre esa energía superior que te acompaña, que habita en ti y que te guarda.
Forzar a alguien para que esté con nosotros puede terminar siendo muy negativo. Ten presente la siguiente analogía:
Las relaciones son como una prenda de ropa. Si esta no te queda o no es de tu talla, por más que te guste, no te va a sentar bien. Será mejor que busques la talla adecuada para ti.
Y la comparación es muy certera, porque si estamos con alguien que no encaja, que nos trata mal, que no se siente cómoda o cómodo con nosotros, lo mejor es dejar ir. Si forzamos a que esté con nosotros, estamos causando graves daños tanto a esa persona como a nosotros mismos.
Lo ideal en estos casos es que, en todo momento, trates de ser honesto con las personas que te rodean. Por supuesto, esa honestidad también deberás aplicarla contigo mismo… ¿te sientes bien al lado de esa persona? ¿Sientes que es la pareja o la amistad indicada? Si es así, perfecto, sigue adelante. De lo contrario, es mejor hacerte a un lado.
Si te fuerzas a ti mismo a sentir algo que no sientes por alguien, terminarás perjudicándote y perjudicando a otros. Sé entonces consciente de ello y haz a un lado la pena, el miedo a estar solo, la costumbre, o sea lo que sea que te esté impidiendo avanzar.
Todo esto que acabas de leer aquí, no quiere decirte que no debas esforzarte, luchar por lo quieres o por lo que tienes. Simplemente, te hace ver que, es mejor que las cosas pasen por sí solas. Que lo que está destinado a entrar en tu vida, en cualquier momento se dará, más aún si detrás de ello existe trabajo y dedicación de tu parte.
Por otro lado, si algo no te sale bien o no se dio como lo esperabas, no creas que es el fin del mundo. Tampoco te exijas demasiado. Trata de mantener un equilibrio. Escúchate más, mantén contacto contigo mismo y aprende de tus errores. A veces, es preferible equivocarse para poder entender qué estamos haciendo mal y en qué aspectos de la vida podemos mejorar.
Deja que la vida te lleve a su ritmo, en vez de frenarla. Eso sí, recuerda una cosa:
No forzar significa dejar marchar, aceptar cada situación como es y dejar que todo fluya naturalmente. De esta manera, si algo llegase a salir mal, no nos sentiremos derrumbados, sino que podremos seguir adelante.
Para finalizar, te recuerdo que, en este espacio, podrás encontrar varios talleres, cursos y herramientas que te pueden ayudar con tu crecimiento personal y espiritual. La invitación es a que te suscribas a cualquiera de ellas y las aproveches al máximo.
¡Saluditos!
Por: Adrian Alberto ∼ reencontrate.guru
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