Si te aman, no te lo preguntas… Lo sientes

Pocas cosas son tan difíciles de ocultar como el amor, el amor se siente, se transpira, se identifica incluso a través de la distancia.

Hay muchas formas de expresar el amor y aun cuando nos coloquemos una venda en los ojos, se nos complicará el pretender que él no está allí. Cuando alguien nos ama, se nota en su mirada, en sus acciones, en su presencia… No tenemos necesidad de preguntárnoslo.

En situaciones regulares solo cabe la pregunta o la duda, cuando el amor ha iniciado recientemente, cuando se tiene ciertos problemas de autoconfianza y auto estima, cuando el amor ya terminó o bien cuando tomó una forma que no logramos identificar.

El amor lleva implícitas muchas cosas que le alimentan, el interés, la atención, el respeto y el cuidado son solo algunas de ellas… Cada una por sí sola, no se traduce en amor, sin embargo la combinación por lo general se hace notoria y habla en el lenguaje de ese valorado sentimiento llamado amor.

En términos generales, cuando existe la dudad de si alguien nos ama o no, normalmente no lo hace… Pero a nosotros nos gustaría que sí y nos negamos a aceptar las muestras que normalmente se manifiestan cuando nuestra duda está conectada a una ausencia de amor.

No perdemos por dar amor

Ciertamente nadie pierde por dar amor, en todo caso, pierde quien no sabe recibirlo. El no ser correspondidos es algo que podemos detectar con facilidad, pero que podemos darnos la tarea de negárnoslo hasta el cansancio.

Podemos justificar las acciones en los demás de múltiples formas, tratando de ser extremadamente empáticos, tanto que poco nos importa lo que sentimos, con tal descifrar qué es lo que siente el otro hacia nosotros.

Cuando nos negamos a aceptar que alguien no nos ama, nos vemos atravesando un portal de drenaje de energía y de desgaste emocional que seguramente nos dejará ciertas secuelas.

Es muy raro que cuando el amor no es platónico, no esté claro que está allí, que existe, que se materializa de diversas formas, es casi imposible no notarlo. A menos que estemos tan desconectados de esa persona que en realidad poco nos importe si nos ama o no y probablemente esta misma entrada no haya llamado nuestra atención en lo absoluto.

El irrespeto y la indiferencia

Es conveniente tener claro que la presencia del amor se hace notar, pero que su ausencia también y quizás con más fuerzas. El desamor habla en otro lenguaje, puede hacerlo con las acciones derivadas de la indiferencia o las del irrespeto y ambas son tan filosas que terminan por cortar todo a su paso.

En la indiferencia se encuentran todas aquellas que gritan: No me importas; no existes para mí; no tengo tiempo para ti; gracias, pero no; me importa poco tu opinión; no te considero en mi toma de decisiones; no considero que sumes o restes a mi vida; mientras más lejos mejor; no estás dentro de mis prioridades; no me importa si lo que hago te lastima; etc, etc.

Mientras que las del irrespeto nos hablan de: Haré lo que quiera, te guste o te lastime o no, mi vida es más valiosa que la tuya, mi felicidad es mi prioridad, aunque cueste la tuya, te utilizo a conveniencia, te limito de acuerdo a lo que yo quiero, yo soy así y si no te adaptas es tu problema, puedo tocar todas las puertas que considere para encontrar mi satisfacción, etc, etc.

Y nuevamente de vuelta a ti

El lenguaje del desamor puede ser muy cruel, pero cuando nos hablan en él el único llamado de atención que debemos hacernos es: ¿Cómo me estoy tratando a mí y por qué me están tratando en estos términos?

Al final debemos ser conscientes de que nada en nuestra vida es casualidad y antes de dudar del amor de otro, debemos revisar el tipo de amor que nos damos a nosotros mismos, porque allí está la clave y la solución.

Así que comienza a desbordarte de amor, de atención de lealtad, de tiempo, de cariño y de consentimiento y te aseguro con propiedad que no vas a tener en tu mente nunca más la duda de si alguien te ama o no, simplemente porque atraerás otras experiencias a tu vida y muchas de las corrientes cambiarán, desaparecerán o dejarán de importarte.

Por: Sara Espejo – Reencontrate.gurú