Si ya hiciste lo propio, ya no está en tus manos… Suelta

Si ya hiciste lo propio, ya no está en tus manos… Suelta
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A veces queremos adueñarnos tanto de un proceso, que no tenemos claro cuándo parar. Si ya hemos hecho lo que de acuerdo a nuestro criterio debíamos hacer, muy probablemente ya no sea necesario seguir haciendo algo. Esto nos lleva hacia una sana dirección: Soltar.

Nos cuesta mucho soltar, dejar en manos de otro algo que nos importa, incluso nos cuesta dejarlo al Dios mismo. Pero es necesario confiar y ver como las cosas toman un curso sin nuestra intervención.

Hagamos lo que está a nuestro alcance, pero aprendamos a diferenciar lo que ya lo excede. No tenemos que controlarlo todo y en muchas cosas de la vida, habrá varios pares de manos involucrados y debemos permitir que cada quien haga lo suyo. En cada una de las cosas en las cuales participamos hay un aprendizaje potencial, cuando pretendemos hacer todo nosotros, le estamos robando la oportunidad a la otra persona que pueda estar involucrada en el proceso.

Eventualmente atravesaremos situaciones en las que solo seamos nosotros con la vida, pero aun en estas circunstancias, si ya hemos hecho lo que nos corresponde, debemos aprender en este caso a confiar en la vida, marcando nuestra mejores intenciones, soltando y confiando.

Cuándo soltar

A veces podemos temer que las cosas no marchen como esperamos si no vamos supervisando y monitoreando los avances… Pero tratemos de imaginar que somos mecánicos de automóviles y hemos reparado el motor de un vehículo. Lo vamos a probar, verificamos que todo marche de acuerdo al protocolo que manejamos para ese tipo de reparación. Luego hacemos el chequeo punto a punto de lo que sea necesario y le damos al cliente su vehículo junto a una garantía cuando aplique.

Si pensamos que ya hicimos todo lo que teníamos que hacer y el resultado se percibe bien, no tenemos por qué escoltar a ese cliente de ahí en adelante, ni nos pasamos la noche pensando en ese motor. Realizamos nuestro trabajo y soltamos. Pero nosotros cuando atendemos nuestros asuntos no podemos ser normalmente así. Nos quedamos pensando y si en lugar de haber colocado este aditivo, le hubiese puesto este otro y qué tal si el aceite tiene un efecto contraproducente con el clima y no toma la viscosidad esperada y si los pistones se traban y nos llevamos el motor a nuestra espalda “en nuestra mente”, por tiempo indefinido.

Más allá de lo relativo

soltar

Aprendamos a soltar, a confiar que hicimos lo correcto, que aun siendo un término que encierra mucha relatividad, es lo que asociamos a lo que se percibe adecuado para una determinada situación, considerando los recursos existentes y la experiencia ganada hasta el momento.

Quizás luego de mucho tiempo nos podemos dar cuenta de que pudimos haberlo hecho mejor. Pero eso es algo que le corresponde a un yo de otro tiempo, que prácticamente es como si hablásemos de otra persona diferente. Lo que hacemos normalmente es lo mejor que podemos hacer y sería muchísimo mejor si luego de haber dado lo que consideramos que teníamos que dar, soltáramos y confiáramos.

Esto amerita práctica y constancia, pero si tenemos en mente como idea que la vida está siempre a nuestro favor. Vamos a resultar realmente favorecidos si confiamos en nosotros, en los demás y en la vida misma.

Aunque muchas veces no lo parece normalmente la gente va dando lo mejor que puede. Incluso cuando eso nos parezca mediocre o insuficiente, todos vamos en una curva de aprendizaje en la que para ciertas cosas sentiremos gran ventaja, mientras que para otras nos sentiremos rezagados. Pero no hay problema, no es una carrera, ni nos van a puntear al final. Pero de seguro sacaremos un provecho más interesante si aprendemos a delegar, confiar y soltar.

Por: Sara Espejo – Reencontrate.guru


Sara Espejo