El kintsugi: una reflexión sobre la imperfección a través del arte
Encontrar belleza en las grietas de objetos que se han roto es algo que han sabido resaltar los japoneses a través del arte del kintsugi “ligazón dorada”, que es la práctica de reparar roturas en piezas de cerámica aplicando barniz o resina espolvoreada con oro o plata.
El kintsugi filosóficamente hablando es la celebración de los accidentes que el tiempo puede causar en las personas y la impermanencia misma de las cosas.
Tambien tiene cierta conexión con la filosofía japonesa wabi-sabi que extrae sus ideas de la naturaleza misma sobre que Nada es perfecto, Nada es permanente, Nada es completo, y que también está vinculado con el budismo zen, donde se comprende la sabiduría de la naturaleza y se deja actuar de manera simple y espontánea, sin interferencias.
El kintsug: ¿Porque reparar los objetos?
El kintsugi celebra las vicisitudes del tiempo, a diferencia de la creencia de que solo en la belleza se encuentra la perfección, en lo no tocado, en lo siempre joven.
Las grietas en las reparaciones de la cerámica podrían ser arregladas de manera que no fueran visibles, pero entonces como demostrar los acontecimientos que naturalmente ocurrieron.
También podrían no ser arregladas, y negar que existe imperfección estética, realzada con la mezcla dorada en la cicatriz de la pieza de porcelana, o eliminar el recordatorio de la impermanencia.
Al aceptar y admirar la imperfección, el espíritu se perfecciona. Es de esta forma que el Buda entendiendo la impermanencia de las cosas encontró el estado inmutable, la conciencia despierta, el nirvana; el dharma perfecto y luminoso, cosas que son permanentes.
En el kintsugi, más allá de ser un gesto decorativo se trata de resaltar la decadencia natural y la ruptura de un objeto, con grietas que hacen visibles la impermanencia y fragilidad de la existencia, dejándolos al descubierto de forma que puedan ser contemplados.
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“La estética de la cerámica japonesa reparada” un escrito de Christy Bartlett en el Flickwerk
1- Junto con la reparación del daño se hace una reparación literalmente iluminada…siendo una expresión física del espíritu de Mushin, que se traduce comúnmente como “no-mente” que sobrelleva la connotación de vivir el momento plenamente, libre de apegos, con integridad aun en condiciones cambiantes…
Los acontecimientos a lo largo de la vida, a los que las personas son susceptibles no tienen mejor forma de expresarse que a través de los golpes, destrozos y quiebresa los que la cerámica también es susceptible.
En Japón también se le conoce como Mono no aware a esta estética o agudeza existencial, un sentimiento de piedad, o quizás una identificación a fin con lo que está afuera de lo que somos.
Es así como estos tarros rotos, heridos, agrietados se convierten en elegantes espejos que nos reflejan, y en los que podemos aceptar la inevitable degradación y cambios a los que nos somete la naturaleza.
Al igual que la porcelana o el barro somos frágiles en muchos sentidos, pero con transformaciones que igualmente pueden ser bellas, principalmente cuando las enfermedades, perdidas y demás adversidades nos han herido, pero junto con esas heridas han llegado la sabiduría y el crecimiento para también hacernos más sensibles.
El arte del kintsugi: La herida es el lugar por donde entre la luz
El poeta persa Rumi, también conocido como Mevlânâ escribió “La herida es el lugar por donde entre la luz”. Lo que nos permite conectarnos y unirnos para crear lazos íntimos con una persona es su vulnerabilidad. La grieta se convierte en una presunción de entrada, a una posible interpenetración.
En un poema “Para una versión del I Ching”, Borges dice:
“La firme trama es de incesante hierro,
pero en algún recodo de tu encierro
puede haber un descuido, una hendidura.
El camino es fatal como la flecha,
pero en las grietas está Dios, que acecha.”
El arte del kintsugi, es un afortunado e inesperado hallazgo: un escalabro, o una grieta por la que es descubierta la divinidad.
El Maestro Eckhart, un dominico teólogo y filósofo, conocido como el místico occidental más oriental, en un escrito tomado de una edición reciente de Jon M. Sweeney y Mark S. Burrows, de forma sublime expresa como a través de estas fracturas o heridas entran la luz, y además son ellas las que consienten que se revele lo divino subyacente.
“Es verdad: A veces tienes que romper las cosas si quieres ver a Dios en ellas. En la ruptura permitimos que lo sagrado se forme en nosotros.”
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Autor: Carisbel Guaramato – Reencontrate.guru
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