Si alguna vez tuviste un sentimiento de culpa no tienes que asustarte, ya que a muchos les suele pasar en algún momento de la vida. Primero que nada se trata de entender que la culpa puede ser muy peligrosa; en tanto puede ayudarte o complicarte, y mucho. Y el límite entre lo positivo y lo negativo, es muy fino.
“Cargar con la culpa es torturarse sin necesidad “
La mayoría de las veces se define al sentimiento de culpa como una emoción negativa. Se dice que surge al momento de romper reglas, ya sean culturales, sociales o familiares. El remordimiento también se relaciona con la culpa; el hecho de lastimar a alguien hace que tengas sentimientos negativos como la tristeza, la angustia. En fin, culpa por haber perjudicado a alguien. Otras veces la culpabilidad aparece a menudo y sin explicación alguna, como un pensamiento auto destructivo.
A su vez, están quienes creen que si bien la culpa no es linda de experimentar, es necesaria para realizar una introspección, corregir errores y así lograr adaptarse mejor al entorno que nos rodea.
Es por estas definiciones que se da lugar a dos tipos de culpa:
Como casi todas nuestras conductas, el sentimiento mórbido de la culpa se va desarrollando desde la niñez. Además, suele relacionarse con la falta de autoestima. Las sensaciones recurrentes de ser inferior, de no ser suficiente, de no “cumplir con lo que debe ser”, activa la agresividad hacia uno mismo. El exceso de culpa provoca el auto castigo.
Para poder entender un poco más, déjame nombrarte algunos de los síntomas que trae la culpa:
Esta culpabilidad, paraliza. Cuando tienes pensamientos malos recurrentes, es difícil frenarlos; pero es necesario. En el sentimiento de culpa el protagonismo es nuestro, y debemos cambiar esa situación. No podemos permitir que nos invada nuestra conciencia y frene el curso de nuestra vida.
Los pensamientos son ideas, no realidades. Debemos cambiarlos.
Primero y principal debes identificar lo que hace que te sientas culpable. Como segundo paso, tienes que saber que errar no está mal. Si queremos crecer y aprender debemos aceptar que equivocarnos es parte del proceso. Expresar verbalmente tu arrepentimiento en el caso de haber lastimado a alguien, es fundamental. Y por último, remediar los daños. A veces no solo alcanza con pedir perdón, sino que debemos poner en práctica conductas que demuestren nuestro arrepentimiento.
Es clave hacernos responsables de nuestra culpabilidad. Muchas veces la culpa nace por haber perjudicado a otro con nuestras propias acciones; por lo tanto es nuestra tarea hacernos cargo de las decisiones que tomamos y las acciones que llevamos a cabo. Reitero, siempre y cuando seamos capaces de identificar nuestro error y predisponernos a cambiarlo, estamos en el buen camino.
Por último, los cargos de conciencia son normales. Cuando nos equivocamos o hacemos sentir mal a alguien que queremos, lo más usual es sentirse en falta con esa persona. La culpa puede ser positiva y una herramienta más para crecer personalmente; pero cuando los sentimientos se vuelven excesivos y ocurren en todo momento, van a interferir en tu vida cotidiana. No dejes que te invada la culpa al punto de enfermarte.
Por: Sara Martinez – Reencontrate.guru
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