La humildad es una llave hacia infinitas oportunidades
Muchas personas pueden ver la humildad como una característica que denota debilidad. Sin darse cuenta de que es la humildad una cualidad con el potencial de abrirnos paso por muchos caminos. El ser humildes nos invita a aprender cada día algo nuevo, nos hace sentir que las maneras de los demás pueden resultar interesantes e incluso mejores que las nuestras.
Cuando somos arrogantes podemos cerrarnos muchas puertas, podemos menospreciar a personas que tienen cosas valiosas que mostrarnos, cosas que pudiesen convertirse en nuestros escalones para llegar a niveles superiores, pero no lo llegamos a ver porque nos creemos mejores que otros o con capacidades superiores.
He visto a personas perder grandes oportunidades porque su ego y su arrogancia les brota a través de sus poros, despreciando a personas sin siquiera saber qué tanto podrían éstas ayudarles. En algunas ocasiones logran darse cuenta de los errores que cometen, mientras que en otras, ni siquiera entienden que perdieron una buena oportunidad por considerar que su verdad los estaba llevando por un buen camino.
Cada persona nos puede hacer grandes aportes
No importa el rol o el ámbito en el cual nos estemos desenvolviendo, cada persona nos puede ofrecer un nuevo enfoque, dar una mano, contactarnos con alguien que necesitamos para continuar nuestra cadena… En fin, nunca vas a saber qué puede ofrecerte cada persona si no te das la oportunidad de abrirte a ello.
¿Has escuchado la frase: cada persona es un maestro?
No es exagerada, es un hecho y con mucho más alcance cuando estamos dispuestos a recibir lo que alguien más nos puede ofrecer. Cada quien tiene una mente particular, en ella ha desarrollado ideas y talentos, no todos sabemos de lo mismo, ni procesamos de la misma manera la información que recibimos… Si tan solo nos diéramos la tarea de absorber algo de los demás, nos enriqueceríamos tanto…
Mira con admiración
Cuando miramos a los demás con admiración y esto implica hacerlo con los ojos del corazón, somos capaces de ver cosas maravillosas en esas personas, cosas que podemos imitar, que nos pueden inspirar o enriquecer de cualquier otra manera. Pero cuando vemos a los demás como si estuviésemos en un plano superior, lo que algunos llaman por encima del hombro, estamos dejando fuera de nuestro alcance la perspectiva que convierte a esa persona en fuente de aprendizaje y de riqueza para nosotros y por lo general, cuando miramos así a los demás, también nos cuesta ofrecer y compartir cualquiera de nuestros talentos.
La arrogancia nos aísla y no hace encapsularnos, sin permitir que lo bueno llegue a nosotros, ni que podamos ofrecer lo que tenemos para dar. Quizás no nos inculcaron la humildad, pero si nos esforzamos un poco en ser mejores personas, entenderemos que de las cualidades en las que podemos trabajar, se encuentra la humildad como una de las que nos puede ofrecer mayores ganancias y más allá de sacar algún provecho, nos hará mejores personas con capacidad de apreciar con otros ojos la vida misma.
No hay bondad sin humildad
Es muy complicado sentirnos bondadosos si no nos sabemos parte de un todo, si desconocemos que lo que hago por otro, lo hago por mí mismo. Por eso las personas que se dicen normalmente bondadosos, pero carecen de humildad. Solo utilizan el dar como estrategia, bien sea para sentirse mejor con el balance de sus vidas o para proyectar una mejor imagen de ellos mismos.
Cuando damos sin esperar ninguna recompensa a cambio, sin esperar que nos vean o nos reconozcan, lo estamos haciendo desde la humildad y ahí aflora la genuina bondad.
Por: Sara Espejo – Reencontrate.guru