Hay maltratos que no se reflejan en la piel, sino en el corazón

Hay maltratos que no se reflejan en la piel, sino en el corazón
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El maltrato en cualquiera de sus formas, generalmente dejan huellas en quien lo recibe, bien sea en su cuerpo o a nivel emocional, una persona maltratada va perdiendo algo de sí cada vez que es vulnerada su integridad.

Cuando hablamos de maltrato psicológico o emocional, éste se caracteriza por no dejar marcas evidentes y comprobables a simple vista. Sin embargo, el resultado de este tipo de maltrato de manera sostenida puede transformar completamente a una persona.

Quien maltrata a nivel psicológico lo hace normalmente a través de ofensas, burlas, humillaciones, amenazas, degradaciones y/o amenazas. En diferentes tonos que van desde el “jocoso”, hasta el iracundo, que refleja alto grado de violencia y es una puerta de fácil acceso para el maltrato físico.

Incremento en los niveles de maltrato

Cuando estudiamos los diferentes casos de maltrato, así como de violencia, podemos notar que generalmente van de menor a mayor grado. Quien maltrata va de alguna manera estudiando qué tan sensible es la otra persona ante el maltrato y va incrementando gradualmente la dosis.

Hay muchas señales que nos deberían alertar de que estamos frente a una persona maltratadora. Pero esto en realidad es una ecuación conocida, no existe una persona que maltrate, si del otro lado no hay alguien que lo permite.

No estamos afirmando que alguien resulta maltratado porque lo permite, muchísimo menos lo estamos justificando, solo estamos colocando los dos lados de la moneda: alguien maltrata – alguien es maltratado. Pero si ese alguien que es maltratado no lo permitiese el ciclo se corta.

Evidentemente aquí hay una gran dificultad. Como hemos mencionado, el maltrato se va incrementando y la persona que lo recibe tiende a estar confundida en un principio, sin saber cómo reaccionar o cómo establecer límites a lo que está ocurriendo, quizás deja pasar cosas en un principio o se hace partícipe del juego maltratador, intentando devolver la ofensa, lo cual acelera el ritmo del maltratador.

Nos podemos acostumbrar al maltrato

El punto es que en la mayoría de los casos el maltrato se hace costumbre. Se va desgastando la autoestima y la seguridad de la persona que se encuentra en el rol de víctima, hasta llegar a un punto en el que no encuentra cómo dar marcha atrás.

El maltratador, tiene por lo general un perfil que encaja en el siguiente patrón: persona inteligente, manipuladora, insegura o acomplejada, con antecedentes de maltratos o violaciones, con crianzas irrespetuosas y/o necesidad imperiosa de ejercer poder sobre otro.

“La gente que se ama a si misma no hace daño a otra gente. Cuando más nos odiamos a nosotros mismos, más queremos que otros sufran”. (Dan Pearce)

Normalmente el maltratador manipula a su víctima de tal forma, que ésta termina convencida de que se merece ese trato, que sus acciones solo pueden derivar en lo que está recibiendo. Sintiendo culpa y algunas veces confusión.

Cuando una persona dice o reconoce estar siendo maltratada, hay dos opciones: los efectos son nulos, porque está tomando acciones muy tempranas o los efectos son devastadores y ya esa persona está quebrada por dentro.

La pérdida de la perspectiva de la persona maltratada

maltrato

El maltratado vive con miedo, su autoestima se ha deteriorado, no sabe cómo llegó allí, no sabe por qué continúa allí, se reclama el no haber hecho algo antes, pero no se atreve a dar pasos que le saquen de esa situación.

En las relaciones amorosas, el maltrato llega a ser visto como una forma de demostrar “el amor”, obviamente desde dos mentes capaces de distorsionar lo que debe justificar una unión.

Lo cierto es que si nos encontramos ante señales de maltrato, será conveniente saber que difícilmente un maltratador cambia su perfil. Se necesita un profundo trabajo para que esa persona modifique su conducta, normalmente aprendida y practicada durante toda una vida. Y bajo esta premisa decidamos qué vamos a hacer.

Si ya no son señales, sino que no tenemos dudas de que estamos relacionados con alguien que busca constantemente herirnos, humillarnos, menospreciarnos… Busquemos alternativas, pero no nos quedemos sin hacer nada, permitiéndole a alguien que desgaste de forma intencional nuestra moral y nuestros pilares emocionales.

Ser espectadores del maltrato

Si estamos viendo una situación de maltrato desde afuera, a sabiendas de lo delicado que resulta en entrometerse, sopesemos los efectos de una intervención en pro de generar cambios en esas dinámicas. A veces desde adentro no es sencillo darnos cuenta de cuán nociva puede ser nuestra relación y debe venir un espectador a avisarnos que estamos en llamas.

Todos merecemos ser respetados, nunca es tarde para reclamar nuestros derechos como seres humanos, para defender nuestra integridad… Nunca es tarde para salvar un corazón que se ha acostumbrado al maltrato y mostrarle una vida más bonita y más amable.

Nada justifica el maltrato, cada quien tiene el deber de revisar sus heridas, sin pretender pasárselas a los demás… Y casualmente a las personas que más le quieren.

“Si no hay héroes que te salven, te tienes que convertir en héroe”. (Denpa Kyoshi)

Por: Sara Espejo – Reencontrate.gurú


Sara Espejo

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