Heridas infantiles: Guía para sanar a nuestro niño interior

Heridas infantiles: Guía para sanar a nuestro niño interior
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Todos tenemos un niño interior, por muy adultos que seamos, aunque a veces está repleto de heridas infantiles. No hay nada mejor que disfrutar de la inocencia de la infancia, reír ante las adversidades, y alejar la negatividad y los problemas de nuestra vida. El problema surge cuando ese infante que alberga en nuestra mente, tiene mucho más dolor para brindarnos, que paz.

Continuamente nos encontramos en nuestro día a día de frente con circunstancias que nos crean conflictos internos. Intentamos comprender en vano lo que nos lleva a aflorar esas dificultades, sin pararnos a reflexionar en nuestra vida pasada. Es ahí donde se oculta una gran parte del problema que arriba mencionamos: las heridas infantiles.

¿Qué son las heridas infantiles?

Este término se emplea para describir el daño emocional que una persona sufrió cuando era niño. No necesariamente se deben a traumas importantes, pero sí a sentimientos que con el paso de los años, acabamos arrastrando. Pudieron darse en el núcleo familiar o en ámbitos sociales, entre amigos, en la escuela…

Pero, ¿por qué son tan importantes y cómo nos influyen en la edad adulta? Aunque parezca irreal, todo aquello que nos marcó, deja huella en la posteridad. Las emociones, miedos, inseguridades y demás problemas no resueltos, se mantienen en la sombra esperando brotar para perturbar tu futuro. Todo ello, inconscientemente, te lleva a repetir patrones y conductas dañinas para ti y los que te rodean, al no haber permitido sanar todo lo que un día lastimó.

Siempre hay un momento en la infancia cuando la puerta se abre y deja entrar al futuro.

Graham Greene

¿Los traumas infantiles están afectando mi vida adulta?

Cuando visualizas una película de drama, eres consciente de que puedes acabar llorando; de la misma forma que cuando consumes géneros de terror, pasando miedo. Sabes los sentimientos que va a provocar en ti, pero estás acostumbrado a ello y continúas consumiendo todo tipo de contenidos. Algo similar pasa con el ser humano. El cerebro va adaptándose a nuestro crecimiento, y pese a conocer el dolor que algunas situaciones nos generan, no puede evitar sufrir y desmoronarse una y otra vez. De ahí la importancia de tratar a tiempo aquello que nos perturba, para poder tener una adultez sana y feliz. Es importante que analices la forma en la que sociabilizas con los demás y las emociones que eso te causan para poder entender lo que te preocupa.

Guía para sanar heridas de la infancia

Nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz.

Tom Robbins

Y es cierto.

Mientras hay vida, existen oportunidades para mejorar y dejar atrás todo aquello que un día nos hizo daño. No se puede hacer nada para cambiar lo que ya pasó, pero sí se puede hacer mucho para mejorar lo que viene. Por eso, aquí tienes una guía sencilla para comenzar ese camino, el de la felicidad.

  • Acepta tus heridas. Parece lógico e incluso sencillo, pero a veces es más difícil de lo que podemos imaginar. Es muy común apartar la mirada y negar lo que nos atormenta. Lamentablemente no reconocer un hecho, no hará que este desaparezca. Aceptar que te ocurrió algo que a día de hoy te lastima, es beneficioso a nivel emocional y sano para nuestro cerebro. Intentar encerrarnos con nuestro dolor, solo desembocará en depresiones, ansiedad y una baja calidad de vida.
  • Escribe tus emociones. Aunque no lo creas, una de las mejores maneras parar liberarnos del peso que en determinadas ocasiones nos acompaña, es escribir. Mediante la hoja y el papel, podemos dar rienda suelta a todo lo que permaneció dormido, sin sentirnos presionados ni juzgados por nadie. Siéntate frente al escritorio e intenta plasmar tus sentimientos.
  • Habla con las personas que te lastimaron. Si nuestras heridas provienen de una mala relación con nuestros padres, un trauma con un amigo o un conflicto con alguien conocido, háblalo con él/ella si es posible. Tienes derecho a enfadarte, reprochar y desprenderte de todo aquello. Eso sí, guardar rencor y rabia, no es sano para nuestra estabilidad. Una vez hecho esto, intenta perdonar.
  • Aprende y continúa. Absolutamente todas las experiencias de nuestra vida, nos dejarán una enseñanza. Es momento de que saques esa lección de todo lo vivido, y puedas continuar mirando hacia adelante. Es hora de cambiar las cosas y pensar en ti, para poder vivir en paz.
  • Apóyate en tus seres queridos. El apoyo de las personas que te quieren, es vital para superar cualquier tipo de dificultad. No tengas miedo en abrirte con tu círculo más cercano y explicarles lo que te preocupa. No siempre podrás con todo tú solo y recibir el afecto de los que te rodean, puede ser clave.
  • Busca ayuda profesional. Si los traumas de tu pasado están causándote problemas realmente graves en tu día a día, no dudes en pedir ayuda a un psicólogo. El apoyo de tu red familiar y amigos es beneficioso, pero no olvides que ellos no son especialistas. Siempre se debe tratar las cosas que se nos escapen de las manos, para evitar así daños más grandes e irreparables en un futuro.

Envejecer es obligatorio, pero crecer es opcional

Walt Disney

Así que nunca olvides a ese niño feliz que llevas dentro lejos de las heridas infantiles, porque es ahí donde reside la verdadera magia de la vida.

María C. – Reencontrate.guru


Maria C.